La Aventura del Coraje
En un tranquilo barrio de la ciudad, donde los árboles cantaban con el viento, vivían Kewin y Yovana, dos amigos inseparables que un día decidieron dar un paso más y convertirse en novios. Kewin era un chico muy curioso, siempre soñando con aventuras, mientras que Yovana era una chica creativa, con una gran imaginación.
Un día, mientras paseaban por el parque, Kewin miró a Yovana y le dijo:
"¿Te gustaría explorar el bosque detrás del parque? ¡Dicen que hay un árbol gigante que concede deseos!"
Yovana, emocionada por la idea, respondió:
"¡Sí! ¡Vamos! Pero, ¿y si nos encontramos con criaturas mágicas?"
Con corazones palpitantes de emoción, los dos amigos se adentraron en el bosque. Después de un rato de caminar y reír juntos, llegaron al árbol gigante. Era tan altísimo que sus ramas parecían tocar el cielo.
"¡Guau!" exclamó Kewin. "Imaginate todos los deseos que podrían cumplirse aquí. ¿Qué desearías tú?"
Yovana pensó por un momento y dijo:
"Desearía que nuestra amistad sea siempre fuerte y llena de aventuras. Y tal vez también un par de galletitas de chocolate."
Kewin se rió y dijo:
"¿Galletitas? Está bien, yo desearé un mapa del tesoro para nuestra próxima aventura."
Con una sonrisa compartida, los dos tocaron el tronco del árbol y cerraron los ojos. Cuando los abrieron, algo inesperado ocurrió: un brillo comenzó a emanar del árbol y a su alrededor aparecieron unos seres diminutos, parecidos a hadas, quienes les sonreían.
"Hola, pequeños aventureros", dijo una de las hadas. "Nosotros somos los guardianes de este árbol. Ustedes han hecho un deseo, pero también deben demostrar coraje para que se haga realidad."
Kewin y Yovana intercambiaron miradas llenas de emoción y un poco de nervios.
"¿Qué debemos hacer?" preguntó Yovana, llena de curiosidad.
"Deben encontrar tres elementos que escapan de la realidad: una pluma de un loro arcoíris, una piedra que cante y una hoja que nunca se caiga de su árbol. Solo así, su deseo se cumplirá. ¿Lo intentarán?" dijo la hada con una risa suave.
Kewin, emocionado, dijo:
"¡Sí! ¡Podemos hacerlo!"
Los dos amigos comenzaron su búsqueda por el bosque. Primero fueron tras la pluma del loro arcoíris. Después de un rato buscando, empezaron a desanimarse, pero Yovana tuvo una idea:
"¡Podemos hacer un cartelito y preguntar a los pájaros! Nunca lo hemos intentado antes."
Kewin sonrió y, juntos, hicieron un cartel que decía: "Buscamos una pluma de loro arcoíris. ¿Nos ayuda?"
Se clasificaron al pie de un árbol, esperando con entusiasmo. Otros pájaros se acercaron, y uno de ellos, un loro verde, dijo:
"Puedo ayudarles, pero deben prometerme que siempre cuidarán de la naturaleza."
"¡Sí lo prometemos!" respondieron Kewin y Yovana al unísono.
Y así, el loro los llevó a un claro donde había un loro arcoíris que había dejado caer una pluma.
Siguieron su camino y, algo más adelante, escucharon un canto melodioso, ¡era la piedra que cantaba! La encontraron en un arroyo, y cuando Kewin la tocó, la piedra dijo:
"He estado esperando a unos valientes aventureros como ustedes. Cuiden de mí y yo les cantaré siempre."
"Te prometemos que te cuidaremos", afirmó Yovana.
El último elemento, la hoja que nunca se caía, fue un poco más complicado. Buscaron por todos lados y el sol comenzó a esconderse. Justo cuando estaban a punto de rendirse, Yovana dijo:
"¿Por qué no buscamos hacia arriba? Tal vez esté en la cima de un árbol gigante."
Kewin miró hacia arriba, y vio una hoja brillante en la punta de un árbol alto.
"¡Vamos, podemos escalar!"
Con destreza, se treparon y, con un poco de esfuerzo, llegaron a la hoja brillante.
"¡Lo logramos, Yovana!"
Cuando regresaron al árbol gigante, las hadas los esperaban.
"¡Han demostrado gran coraje! Ahora, ¿listos para cumplir su deseo?" les preguntó una hada.
Kewin y Yovana, emocionados, asintieron con la cabeza. Al tocar el árbol nuevamente, una luz brillante envolvió el bosque, y mientras los elementos desaparecían, Kewin dijo:
"Yovana, nuestra amistad siempre será una gran aventura."
"Y con cada aventura, aprenderemos algo nuevo", respondió Yovana.
Y así, bajo la luz de ese árbol mágico, Kewin y Yovana se dieron cuenta de que el mayor tesoro no eran los elementos que habían encontrado, sino el coraje y la amistad que habían compartido en el camino, siempre apoyándose el uno al otro. Desde aquel día, cada aventura que vivieron estuvo llena de risas, aprendizajes y un lazo irrompible que crecía con cada paso que daban juntos.
"El verdadero deseo que se cumplió fue el de cuidar siempre de su amistad y de la naturaleza", recordaron mientras regresaban a casa, listos para contarle a sus amigos sobre su gran aventura.
FIN.