La Aventura del Cuaderno Mágico
Era un día soleado en el Colegio San Pedro, el 19 de octubre de 2024. Los alumnos de quinto grado estaban en su aula, ansiosos por el recreo que estaba por comenzar. Mauricio, un niño muy curioso, tenía algo especial entre sus manos: un antiguo cuaderno que había encontrado en la biblioteca del colegio.
"¡Chicos, miren esto!" - exclamó Mauricio, abriendo el cuaderno.
"¿Qué tenés ahí?" - preguntó Sebastián, acercándose con curiosidad.
"No lo sé, pero parece un diario viejo. Tal vez tenga secretos o historias interesantes" - respondió Mauricio mientras pasaba las páginas amarillentas.
"A mí me parece que es solo un montón de palabras raras" - dijo Luigi, con una mueca de escepticismo.
De repente, una página se iluminó con un suave resplandor. Mauricio, Ángel y Sebastián quedaron boquiabiertos, mientras que Luigi dio un paso atrás.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Ángel, asustado.
"No tengo idea, pero hay algo mágico en este cuaderno" - dijo Mauricio.
La curiosidad los envolvió, y decidieron hacer un trato: por cada historia que leyeran del cuaderno, tendrían que vivir una pequeña aventura relacionada. Así fue como emprendieron su primera misión: encontrar el árbol más antiguo del patio, ya que el cuaderno decía que ahí se podía escuchar un susurro que revelaba un antiguo secreto.
Al salir al patio, buscaron el árbol. Era un enorme y torcido ejemplar que sobresalía por su tamaño. Mauricio puso una oreja en el tronco, mientras sus amigos miraban con atención.
"No escucho nada" - dijo Sebastián, decepcionado.
"Dame un segundo... ¡ahí va!" - gritó Mauricio, emocionado. "¡Escuché algo! Habla de un tesoro escondido en la escuela".
El entusiasmo invadió a los chicos.
"¿Y cómo lo encontramos?" - preguntó Ángel.
"Necesitamos pistas, y este cuaderno las tiene. ¡Vayamos a la clase de historia!" - propuso Luigi, que finalmente mostraba más interés.
En la clase de historia, buscaron entre libros y mapas. Después de un rato, encontraron una ilustración que coincidía con una parte del cuaderno.
"¡Miren! Este es el pasillo donde está la estatua del fundador del colegio" - dijo Mauricio, señalando con un dedo.
Siguieron el mapa que habían trazado y llegaron hasta la estatua.
"Según esto, debemos girar a la izquierda y contar hasta diez, ¡está lleno de indicaciones!" - explicó Sebastián.
Al mirar alrededor, empezaron a contar en voz alta. "Uno, dos, tres... ¡diez!" - terminaron. Sus corazones latían de emoción mientras buscaban el siguiente paso.
"¿Y ahora qué?" - cuestionó Ángel, frustrado porque nada parecía pasar.
De pronto, Mauricio se inclinó hacia el suelo y dejó caer una pequeña piedra que había encontrado. El eco resonó en el pasillo y, de repente, un compartimento secreto en la pared se abrió con un chirrido.
"¡No puede ser!" - gritaron todos al unísono, con los ojos abiertos de par en par.
Detrás de la puerta encontraba un pequeño cofre cubierto de polvo. Con gran esfuerzo, lo levantaron. Luigi abrió el cofre con cautela, revelando una colección de objetos antiguos y cartas. En la parte superior, una nota decía: "El verdadero tesoro es la amistad y la aventura. No olviden lo que descubrieron juntos".
"Es asombroso. Pensamos que encontraríamos oro o algo brillante" - comentó Sebastián.
"Pero esto es mejor. ¡Tuvimos una verdadera aventura!" - exclamó Ángel, sonriendo.
"Sí, y descubriendo que juntos podemos hacer grandes cosas" - añadió Mauricio.
Luego de cerrar el cofre y asegurar que nadie más lo había descubierto, los cuatro amigos decidieron regresar el cuaderno a la biblioteca, sabiendo que su próxima aventura los esperaba. Aunque el cuaderno tenía más historias y misterios, ellos ya entendían que la amistad que habían forjado era el mayor tesoro.
Al salir del aula, ya empezaban a planear su siguiente misión. La campana del recreo estaba por sonar, pero ahora eran amigos unidos por algo más que el simple juego.
"¿Qué les parece si buscamos más tesoros, pero esta vez en nuestras casas?" - sugirió Luigi con una sonrisa.
"Sí, porque la verdadera aventura se da cuando estamos juntos" - concluyó Mauricio, con los ojos brillantes.
Y así, una simple tarde de octubre en el Colegio San Pedro se convirtió en el comienzo de una gran amistad y más emocionantes aventuras por venir.
FIN.