La Aventura del Cuarteto Extraordinario
Era un soleado día en el barrio de La Amistad. Estiven, Miguel Ángel, Jorge y Flavio se juntaron en el parque para jugar un partido de fútbol. Cada uno tenía su personalidad única, lo que hacía la combinación bastante interesante.
"¿Dónde está Estiven?" - preguntó Miguel Ángel, revisando su reloj.
"No sé, siempre llega tarde..." - respondió Flavio, con calma.
"¡Ay! Si seguimos así, nunca vamos a jugar" - se quejó Jorge, ajustando sus gafas.
Justo en ese momento, apareció Estiven corriendo y respirando entrecortadamente.
"¡Llegué! ¡Llegué!" - exclamó mientras se caía sobre la hierba.
"¿Te olvidaste de la hora otra vez?" - preguntó Jorge, tratando de ser paciente.
"Sí, perdón. Es que me quedé viendo un programa de la tele y me distraje..." - admitió Estiven mientras se reía nerviosamente.
Los chicos, aunque un poco frustrados, estaban felices de tenerlo allí. Comenzaron a jugar, pero Miguel Ángel estaba tan distraído que se olvidó del balón que rodó lejos al lado del parque.
"¡Miguel! ¿Dónde está el balón?" - gritó Flavio, mientras buscaba a su alrededor.
"¿Qué balón?" - preguntó Miguel Ángel con cara de confusión.
"El que estábamos usando, ¡no puede ser que estés tan despistado!" - Jorge exclamó, agachándose para mirar bajo un banco.
En ese momento, Flavio intervino:
"Chicos, tranquilos. Vamos a buscarlos juntos. Cada uno tiene que poner de su parte" - dijo con serenidad, mientras proponía una estrategia.
"Yo estoy dispuesto a ordenar la cancha y fijarme debajo de los arbustos" - dijo Jorge, tomando el mando.
"Yo iré hacia el parque de los abuelos, por si acaso el balón se fue para allá" - dijo Miguel Ángel, decidido.
"Y yo buscaré cerca de las casas" - agregó Estiven, ahora con más interés.
Todos se pusieron a buscar, cada uno en su dirección, hasta que finalmente Miguel Ángel gritó:
"¡Lo encontré!" - mientras levantaba el balón que había rodado hacia el otro lado del parque.
Todos se reunieron, felices y aliviados.
"¡Menos mal que te diste cuenta a tiempo!" - dijo Jorge, satisfecho y dándole una palmadita en la espalda a Miguel.
"Perdón chicos, debería estar más atentos" - dijo Miguel Ángel con un toque de vergüenza.
Con el balón en manos, comenzaron a jugar nuevamente. Pero algo raro sucedió, Flavio no estaba del todo satisfecho con las jugadas.
"No, no, no. Así no se hace. La pase, pero no lo hiciste como me gusta" - se quejó, tratando de corregir a Estiven en su forma de jugar.
"Flavio, eso no es justo, estamos aquí para divertirnos, no para hacer un partido profesional" - lo interrumpió Jorge.
"Pero... quiero que todos hagan lo mejor posible" - dijo Flavio, sintiendo que podía mejorar el partido.
Estiven, que ya empezaba a perder la paciencia, respondió:
"A veces las cosas no salen perfectas, pero eso no significa que no se pueda disfrutar. ¡Juguemos!"
Cada uno se detuvo a reflexionar sobre lo que habían dicho. Finalmente, Estiven sugirió:
"¿Qué tal si hacemos un pequeño torneo y nos relajamos un poco? Juguemos haciendo el esfuerzo, pero sin presionarnos tanto".
"Sí, ¡me gusta la idea!" - aprobó Jorge, alzando el puño.
A partir de ese momento, empezaron a disfrutar más, se reían de los errores y celebraban las buenas jugadas. Jugaron y jugaron hasta que se hizo de noche.
Cuando finalmente se sentaron a descansar, estaban felices de haber trabajado juntos a pesar de sus diferencias.
"Hoy aprendí que es importante ser puntual y también estar atento" - reflexionó Estiven, sonriendo.
"Y yo aprendí que siempre es bueno prestar atención, aunque a veces nos despistemos" - dijo Miguel Ángel, mirando a sus amigos.
"Yo entendí que la perfección no importa tanto como disfrutar el momento" - señaló Flavio, sonriendo también.
"Y lo más importante de todo, ¡es que somos un gran equipo!" - concluyó Jorge, haciendo que todos se rieran de nuevo.
Desde entonces, el cuarteto extraordinario siguió juntándose cada día, y cada uno se esforzó en ser mejor en su manera. Nunca olvidaron lo que aprendieron y se divirtieron cada vez más, creando recuerdos inolvidables.
FIN.