La Aventura del Cuerpo de María



Era un día soleado en la casa de María. La pequeña, con sus trencitas y una camiseta de colores, jugaba en el jardín. Su papá, con una sonrisa, decidió que era el momento perfecto para enseñarle sobre las partes del cuerpo.

" ¡Hola, María! ¿Sabés qué es esto?" - le preguntó, señalando su propio brazo.

"¡Es tu brazo!" - respondió María, riendo.

"¡Correcto! Y este es mi codo, mirá cómo se dobla" - dijo, mostrando cómo movía su brazo y señalando su codo.

A María le encantaba jugar a imitar a su papá.

"Ahora es tu turno. ¡Hacé como yo!" - pidió él.

María movía su brazo y lo giraba, riendo a carcajadas.

"¡Codo, codo!" - gritaba.

Papá tenía una idea loca y divertida para seguir aprendiendo.

"¡Vamos a hacer una búsqueda del tesoro! En cada pista, aprenderás una parte del cuerpo. ¿Te parece?"

"¡Sí! ¡Vamos, papá!"

Primero, fueron a la cocina. Papá había escondido una nota detrás del refrigerador. María la encontró rápidamente.

"¡Mirá, papá!"

"¡Genial! Y ahora, ¿qué dice?"

María leyó con un poquitito de ayuda:

"Busca tu nariz, es la que olfatea flores".

Ambos se rieron y fueron al jardín. Allí, entre las flores, María hizo una mueca graciosa, tapándose los ojos con una mano y olfateando con la otra.

"¡Mi naricita! ¡Huele a flores!"

La próxima pista estaba en su habitación. Al abrir el armario, encontraron un pequeño peluche. Papá dijo:

"Eso me recuerda a tus pies. ¡Buscá!"

"¡Son los más grandotes!" - dijo María, haciendo saltar sus piecitos.

"¡Exacto! Y son los que te llevan a todas partes. ¿Pudiste ver las huellitas que dejaste en la arena del parque?"

María asintió, emocionada.

"¡Sí, sí!"

"Ahora, vamos por la última pista" - dijo papá con picardía.

Caminaron hacia el living, donde encontraron un dibujo de una mano.

"¿Y esto, qué será?"

"¡Mi mano!" - gritó María, levantándola con fuerza.

"¡Correcto! Es tu mano mágica que sirve para abrazar" - respondió su papá, abriendo los brazos para hacerle un abrazo.

Ambos se abrazaron tiernamente y, mientras María reía, su padre dejó caer una pequeña confeti en el aire.

"¡Felicitaciones, pequeña exploradora! Aprendiste las partes del cuerpo de una manera muy divertida. ¿Te gustó?"

"¡Sí! ¡Vamos a hacer más aventuras mañana!" - dijo María, emocionada.

Y así, con un dia lleno de risas y aprendizajes, María descubrió que su cuerpo era un tesoro lleno de sorpresas, y su papá siempre estaría a su lado para enseñarle más.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!