La Aventura del Día Lluvioso
Era un día lluvioso en el pequeño pueblo de Rincón Verde. Los pajaritos cantaban desde sus refugios y las flores se llenaban de agua. Pero los niños de la escuela, en lugar de emocionarse por la lluvia y sus charcos, se sentían tristes porque no podían salir a jugar.
Luis, Sofía y Tomás estaban en la casa de Luis, mirando por la ventana.
"¡Qué día tan aburrido!" - se quejó Sofía, dejando caer su libro al suelo.
"Sí, en la escuela no hay nada para hacer" - dijo Tomás, con los brazos cruzados.
"Pero podemos hacer algo divertido aquí" - sugirió Luis, con una chispa en los ojos.
A los niños se les ocurrió que, en lugar de quedarse sentados, podían crear una aventura en casa. Buscaron materiales y encontraron una caja de cartón vieja.
"¡Hagamos un barco!" - exclamó Sofía.
"¡Sí! ¡Y lo llevaremos a navegar en los charcos!" - añadió Tomás entusiasmado.
Con mucha imaginación y esfuerzo, los niños decoraron la caja con dibujitos de olas y peces. Al terminar, se sintieron como verdaderos capitanes de un barco.
"¡Zarpa, capitán!" - gritaron mientras empujaban la caja hacia el charco más grande de la vereda.
Cuando llegaron al charco, se dieron cuenta de algo sorprendente. Aunque el agua estaba fría y la lluvia caía, jugar allí era súper divertido.
"¡Miren! ¡Nuestro barco navega!" - gritó Tomás.
"Espero que no se hunda" - refunfuñó Sofía, mientras chapoteaba.
De repente, en medio de su aventura, escucharon un grito.
"¡Ayúdame!" - era una niña que vivía cerca, llamada Lucía, que había caído en un charco más profundo.
"¡Vamos, chicos!" - dijo Luis, decidido. "Tenemos que ayudarla."
Corrieron hacia el grito. Sin pensarlo dos veces, Sofía y Luis se lanzaron al agua mientras Tomás buscaba una rama larga.
"Toma, agarra esto, Lucía" - dijo Tomás al llegar con la rama.
Lucía se aferró a la rama y los niños la ayudaron a salir del agua.
"Gracias, chicos. No sabía cómo salir" - dijo Lucía, todavía temblando.
"No te preocupes. ¡Nosotros somos un equipo!" - respondió Luis, animado.
Después de ayudar a Lucía, los cuatro niños decidieron que la lluvia no los detendría. Juntos, crearon una fiesta de barcos de papel que navegaron en los charcos.
"¡Miren cómo flotan!" - gritaba Lucía mientras ella y sus nuevos amigos reían y se chapoteaban.
El sol salió por un instante, iluminando su alegría. Esa lluvia, que al principio parecía un inconveniente, les había dado la oportunidad de ayudar a alguien y de unirse en una aventura inolvidable.
Al finalizar el día, cansados pero felices, llegaron a la casa de Luis.
"La lluvia puede no ser tan mala después de todo" - reflexionó Sofía.
"Sí, ¡mientras tengamos amigos y un poco de creatividad!" - añadió Tomás, sonriendo.
Y así, los niños decidieron que, cuando llueva, seguirían creando aventuras, ayudando a otros y recordando que siempre hay algo divertido que hacer, incluso en los días más grises.
El próximo día de lluvia, en vez de quedarse en casa, todos fueron a la escuela con ideas en mente sobre cómo hacer el mejor barco de papel del mundo.
"¡La próxima aventura ya está en marcha!" - gritaron al unísono, llenos de entusiasmo.
Y así, Rincón Verde se llenó de nuevas historias, risas y, por supuesto, barcos que navegaban en charcos bajo las gotas de lluvia.
FIN.