La Aventura del Dragón
En un encantador castillo rodeado de altas montañas y bosques frondosos, vivían dos hermanos: Alfonsína y Baltazar. A pesar de vivir juntos en un lugar tan mágico, siempre discutían y peleaban por todo. Desde qué juego jugar hasta cuál era el lugar más cómodo en el sofá. Para ellos, cualquier cosa era motivo de conflicto.
Un día, mientras exploraban el bosque, escucharon un ruido extraño que provenía de una cueva. La curiosidad pudo más que su habitual riña, así que decidieron investigar juntos. Cuando se acercaron, descubrieron que un enorme dragón había remodelado su hogar en la cueva. Tenía escamas de color esmeralda y miraba con ojos que chisporroteaban fuego.
"¡Es un dragón! Hay que salir corriendo, Baltazar!" - exclamó Alfonsína, con el corazón en la garganta.
"¡No! ¡Podemos enfrentarlo!" - respondió Baltazar, desafiando su miedo.
Pero antes de que pudieran decidir qué hacer, el dragón rugió y salió de la cueva, llenando el aire de humo y cenizas. Los hermanos se dieron cuenta de que si querían estar a salvo, tendrían que trabajar juntos en lugar de pelear.
"Okay, vamos a necesitar un plan," - dijo Alfonsína, convencida de que esa no era la tarde para ser rivales.
"Podemos distraerlo yo desde la izquierda y vos desde la derecha," - sugirió Baltazar.
Así que se pusieron en marcha. Baltazar comenzó a tocar una melodía con su flauta, mientras Alfonsína preparaba un truco de magia que había aprendido en uno de sus libros. El dragón, curioso por la música, se giró hacia Baltazar.
"¡Ahora, Alfonsína!" - gritó Baltazar, profetizando su éxito.
Alfonsína levantó su varita y lanzó un destello de luces que deslumbraron al dragón.
"¡Estás atrapado en tu propia sombra, gran dragón!" - gritó.
El dragón, confundido, empezó a dar vueltas intentando atraparlo, pero solo se metió más en la confusión. Alfonsína y Baltazar se miraron con complicidad antes de decidir el siguiente paso.
"¡Formemos un lazo, Alfonsína!" - propuso Baltazar.
"¡De acuerdo! ¡A la cuenta de tres!"
Contaron juntos y con un movimiento ágil, lograron atrapar al dragón con la magia de Alfonsína y la melodía de Baltazar.
El dragón, al verse atrapado, comenzó a sollozar. No era un enemigo, solo estaba perdido y asustado.
"No quería asustarlos, pero no sé cómo regresar a mi hogar..." - dijo entre lágrimas.
Alfonsína y Baltazar se miraron. Comprendieron que, de alguna manera, ellos también estaban perdidos en su constante pelea.
"Podemos ayudarte," - ofreció Alfonsína con una sonrisa. "Juntos podemos encontrar el camino a casa."
Entonces, guiaron al dragón fuera de la cueva, y juntos recorrieron los bosques hasta llegar a una montaña donde el dragón podía volar de vuelta a su hogar.
"¡Gracias, amigos!" - exclamó el dragón, volando alto en el cielo, con una estela de humo detrás.
A partir de esa aventura, Alfonsína y Baltazar se dieron cuenta de que podían lograr mucho más si trabajaban juntos. Se volvieron inseparables, compartiendo risas y juegos sin más peleas ni discusiones. Cada vez que había un desacuerdo, recordaban cómo habían enfrentado al dragón y cómo habían superado su egoísmo.
Y así, en su castillo y más allá, Alfonsína y Baltazar aprendieron que la unión hace la fuerza y que a veces, los más grandes desafíos requieren valentía, cooperación y un poquito de magia.
FIN.