La Aventura del Duende Jinete
Era un día soleado en la escuela de duendes rusos de Bosque Encantado. La maestra, la Sra. Nika, estaba de pie frente a la pizarra, explicando la tarea del día: aprender a hacer pociones mágicas. Todo estaba tranquilo, hasta que un pequeño duende llamado Misha comenzó a jineteando su silla de forma divertida.
"¡Mira cómo me balanceo!", gritó Misha riendo mientras sus amigos lo miraban con ojos expectantes.
Los demás duendes no pudieron contener la risa. Entre risas y murmullos, la Sra. Nika continuaba su explicación, pero el estruendo de la risa invadió la clase.
"¡Silencio, duendes! Concentrémonos en la poción de hoy", dijo la maestra intentando retomar el control. Pero era demasiado tarde. Misha, en su intento por impresionar a sus compañeros, se cayó de la silla y aterrizó en el suelo con un fuerte ‘¡plop! ’.
La risa fue contagiosa. Los duendes se doblaron de risa, olvidando por completo la tarea.
"¡Eso fue increíble!", exclamó Elka, una duenda con trenzas verdes.
"¿Vas a intentar volver a subirte?", preguntó Igor, otro duende que no podía dejar de reír.
La Sra. Nika, con el ceño fruncido, decidió que era momento de darle una lección a sus alumnos.
"¡Escuchen, duendes! La risa es divertida, pero no debemos olvidarnos de la importancia de aprender. Vamos a hacer una comparación entre el equilibrio que se necesita para montar una silla y el equilibrio que necesitamos en la vida. ¿Qué piensan?", propuso la maestra.
A los duendes les pareció interesante, cada uno empezó a pensar y reflexionar. Misha, todavía en el suelo, levantó la mano.
"Podemos caernos, pero siempre tenemos que levantarnos. ¡Como en la vida!", dijo con una sonrisa.
La Sra. Nika sonrió.
"Exactamente, Misha. Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos".
Entonces, la maestra decidió que a pesar de la distracción, podían darle un giro a la situación. Propuso un juego divertido.
"Hagamos una carrera de obstáculos en el patio, donde aprenderemos sobre el equilibrio, mientras nos divertimos. Pero atención, para ganar, tendrán que trabajar en equipo", sugirió.
Los duendes se entusiasmaron con la idea. Las risas se transformaron en gritos de alegría mientras corrían hacia el patio, donde la Sra. Nika había preparado diferentes áreas que requerían equilibrio: pasarelas de troncos, cuerdas tensadas y caminos de piedras.
"¡Vamos, Misha! ¡Esta vez no vamos a caernos!", gritó Elka, mientras todos formaban equipos.
Misha, aún con un poco de vergüenza, se unió al equipo de Elka y juntos comenzaron la carrera. Al principio, Misha se sentía inseguro, pensando en su caída anterior, pero al ver a sus amigos animándolo, recordó las palabras de la maestra.
"¡Sí se puede!", gritó, y concentrándose logró avanzar con un equilibrio sorprendente.
"¡Lo logré! Todo fue cuestión de intentarlo de nuevo", exclamó emocionado.
La carrera fue un gran éxito y al final, todos aprendieron no solo a equilibrarse sobre troncos y cuerdas, sino también a apoyarse unos a otros.
La Sra. Nika los aplaudió entusiasmada.
"Hoy no solo aprendieron sobre pociones y equilibrio, sino también sobre la importancia de levantarse después de caerse y trabajar juntos como equipo".
Los duendes, cansados pero felices, regresaron a la clase. Esta vez, sin distracciones, llenos de energía y listos para aprender sobre las pociones de magia.
"¿Puedo jinetea la silla de nuevo?", preguntó Misha, guiñándole un ojo a la maestra. Todos rieron, pero esta vez con la certeza de que la risa y el aprender pueden ir juntos en armonía. El aprendizaje y el juego se unieron, y así nació la mejor lección de este día. ¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!
FIN.