La Aventura del Gato Gabino



Érase una vez un gato travieso llamado Gabino que vivía en una linda casa con su dueña, una señora que lo quería mucho. Gabino se pasaba el día haciendo travesuras y, sobre todo, molestando a los demás animales del vecindario. Su pasatiempo favorito era burlarse del señor perro, un enorme y amistoso golden retriever que siempre intentaba jugar con él.

Un día soleado, Gabino salió al patio con la intención de molestar al señor perro, como solía hacer.

"¡Hola, perrazo! ¡Sos más lento que una tortuga!" - gritó Gabino mientras se subía a un árbol, riéndose con todas sus fuerzas.

Pero esta vez, el señor perro no estaba para juegos. Había decidido que era el momento de poner fin a las travesuras del gato. Preparándose para un salto, exclamó:

"¡Gabino! ¡Hoy no te vas a escapar! Estoy cansado de tus bromas."

Gabino se paralizó. El señor perro lo miraba con una determinación que nunca había visto antes. Asustado por la idea de ser atrapado, el gato decidió que necesitaba una estrategia. De repente, vio pasar a su amigo, el ratón Rocco, corriendo por el patio.

"¡Rocco! ¡Ayúdame! El perro está decidido a comerme. ¡No sé qué hacer!" - gritó Gabino, con el corazón latiendo fuerte.

El ratón, que siempre había sido astuto, se detuvo y pensó un momento.

"¿Por qué no le pides disculpas? Quizás así se calme y no te coma."

Gabino frunció el ceño, no estaba acostumbrado a pedir disculpas, pero sabía que si no lo hacía, podría ser un problema mayor. Así que, con mucha valentía, bajó del árbol y se acercó lentamente al señor perro.

"Eh... señor perro... lo siento por haberte estado molestando. No lo volveré a hacer." - murmuró Gabino, sintiéndose nervioso pero decidido.

El perro se detuvo y lo miró con una ceja levantada.

"¿En serio? ¿Lo prometés?" - preguntó el perro, curioso.

"Sí, lo prometo. Sólo quiero ser tu amigo."

El señor perro, sorprendido por la sinceridad del gato, decidió darle una oportunidad.

"Está bien, Gabino. Todos merecemos una segunda oportunidad. Pero, si me vuelves a molestar, no seré tan amable."

"No lo haré, lo prometo. ¡Gracias!" - exclamó Gabino, sintiéndose aliviado.

Desde ese día, Gabino y el señor perro se convirtieron en grandes amigos. Gabino aprendió que era mejor disfrutar de la compañía de los demás que hacerles la vida difícil. Y así, el gato decidió usar su energía traviesa para jugar y divertirse, en lugar de molestar a sus amigos.

A veces, Gabino todavía se encontraba en problemas, pero ahora siempre tenía a Rocco y al señor perro a su lado, y juntos vivían aventuras increíbles. Gabino se dio cuenta de que la amistad y la amabilidad eran mucho más gratificantes que hacer travesuras.

Y así, Gabino se convirtió en el gato que no solo divertía, sino que también sabía ser un buen amigo, ¡y todos en el vecindario estaban felices por ello!

FIN.

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