La Aventura del Granero y el Molino



En una pequeña granja situada entre verdes colinas y vastos campos de flores, vivía un alegre granjero llamado Don Manuel. Su granja estaba llena de vida, con animales que correteaban por todos lados: gallinas que cacareaban, cerdos que revolcaban en el barro y una vaca llamada Lila que siempre estaba pastando en el décimo rincón del campo.

Un día, mientras Don Manuel estaba preparando su desayuno, escuchó un ruido extraño que provenía del granero. "¿Qué será eso?" - se preguntó, dejando su tostada a medio comer. Salió corriendo y, al abrir la puerta del granero, se encontró con un caos total.

La oveja Filomena había decidido hacer una fiesta y había invitado a todos los animales. "¡Sorpresa, Don Manuel!" - gritaron al unísono.

"¡Pero, pero!" - balbuceó Don Manuel sorprendido. "¿No tenías que estar pastando?"

"¡Pero esto es mucho más divertido!" - dijo Picoteo, el gallo.

"Además, ¡todos tenemos que celebrar el buen clima!" - agregó Lila, meneando su cola con alegría.

Don Manuel, viendo la felicidad de sus amigos animals, decidió unirse a la diversión. Juntos, comenzaron a bailar, a reír y a compartir deliciosos bocados de maíz. Sin embargo, en medio de la fiesta, un viento fuerte comenzó a soplar, y las puertas del granero empezaron a cerrarse con fuerza.

"¡Ay, no!" - gritó Filomena. "No podemos dejar que se lleve nuestra fiesta. ¡Debemos actuar!"

"¡Debemos proteger el granero!" - añadió Lila.

Don Manuel, emocionado por la valentía de sus animales, tuvo una idea brillante. "Vamos a usar el molino, amigos. Desde ahí podremos controlar el viento. Estoy seguro de que podemos hacer algo para estabilizar el granero mientras me subo a la parte más alta del molino para asegurar las puertas."

Los animales, muy entusiasmados, se agruparon para ayudar a Don Manuel. Picoteo y Filomena se encargaron de mantener las puertas cerradas, mientras que Lila y los cerdos empujaban desde adentro.

"¡Más fuerza!" - gritó Picoteo con sus alas levantadas.

"¡Vamos, que podemos hacerlo!" - aulló uno de los cerdos, esforzándose.

Don Manuel subió rápido al molino y al llegar a la cima, empezó a atar una cuerda entre las aspas del molino y las puertas del granero. El sol brillaba intensamente, pero el viento seguía soplando fuerte, y las puertas intentaban romperse.

Finalmente, con un tirón y un giro justo a tiempo, Don Manuel logró mantener las puertas del granero cerradas mientras los animales alentaban desde abajo. "¡Lo estamos logrando!" - exclamó Lila, aplaudiendo con fuerza.

Después de un rato, el viento calmó, y los animales, exhaustos pero felices, miraron hacia lo alto del molino. "¡Lo hicimos juntos!" - aclamó Filomena, sonriendo.

"¡Gracias, Don Manuel! Eres nuestro héroe", dijo Lila, mientras todos la seguían en una ronda de baile.

Con el viento ya en calma, la aventura se convirtió en un hermoso recuerdo para todos. Desde ese día, Don Manuel decidió que cada viernes sería el Día de la Fiesta, donde todos los animales se reunirían y celebraran su amistad y trabajo en equipo.

"Aprendí que la fuerza de nuestra comunidad es lo que nos hace más fuertes ante cualquier tempestad," - comentó Don Manuel, riéndose mientras disfrutaban de sus deliciosos bocados en el granero.

Así, la granja se volvió un lugar alegre, lleno de risas y buenas acciones gracias a la valentía y determinación de Don Manuel y sus animales. Y así, cada día, el sol acompañaba sus risas, y el viento les recordaba que siempre estaban juntos, sin importar lo que ocurriera.

FIN.

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