La Aventura del Hermano Perdido



Lucía y Neythan eran dos hermanos que vivían en un barrio lleno de amigos y aventuras. En el jardín de su casa, se pasaban horas jugando a la pelota, a las escondidas y construyendo grandes castillos de arena. Sin embargo, a veces, las cosas no salían como esperaban y empezaban a discutir.

Una soleada tarde de verano, decidieron organizar una gran competencia de quien hacía el mejor castillo de arena. Con sus cubos y palas en mano, los dos se pusieron a trabajar. Pero, mientras Lucía añadía coquitas y conchitas en su castillo, Neythan, celoso de que su hermana tuviera una decoración tan hermosa, empezó a armar muros cada vez más altos y fuertes.

"¡Mirá lo que estoy haciendo, es el castillo más grande del mundo!" - exclamó Neythan, orgulloso.

"Pero yo tengo más estilo, Neythan. Lo mío es un castillo de princesa, no una trinchera de guerra" - respondió Lucía, frunciendo el ceño.

De repente, una ola de viento sopló y derribó ambos castillos. En vez de reírse de la situación, los dos se miraron furiosos y comenzaron a pelearse, acusándose mutuamente de ser el culpable.

"¡Todo por tu culpa!" - grita Neythan.

"¡No, vos lo hiciste!" - responde Lucía, con lágrimas en los ojos.

Los padres, al escuchar el alboroto, salieron al jardín y decidieron intervenir.

"Niños, ¿qué está pasando acá?" - preguntó la mamá, con cara de preocupación.

"Neythan me arruinó mi castillo" - dijo Lucía.

"Yo no arruiné nada, era un castillo feo y era mejor el mío " - respondió Neythan, cruzando los brazos.

Los padres, en lugar de regañarlos, les propusieron una actividad.

"¿Qué tal si hacemos una búsqueda del tesoro? Pero en lugar de competir para ver quién encuentra más cosas, tendrán que trabajar juntos como un equipo", sugirió el papá.

Aunque al principio ambos se miraron desconfiados, decidieron aceptar. Los padres les dieron un mapa y algunas pistas, y así comenzó su búsqueda.

Mientras seguían el mapa, comenzaron a encontrar objetos perdidos de amigos, como un patito de plástico y una gorra.

"Mirá, esto es de Tomi, ¡deberíamos devolvérselo!" - dijo Neythan.

"¡Sí! Vamos a ver qué más encontramos" - contestó Lucía.

Poco a poco, la búsqueda les enseñó a colaborar. Se ayudaban entre sí a escalar paredes, buscar en arbustos y compartir ideas sobre todos los objetos que encontraban.

"Esto es más divertido de lo que pensé" - sonrió Lucía.

"¡Dale! Yo encontré una pista más!" - gritó Neythan, alegremente.

Después de varias aventuras y risas, finalmente llegaron a un gran árbol donde encontraron el tesoro: una caja llena de caramelos y juguetes.

"¡Lo logramos juntos!" - exclamó Lucía.

"¡Sí! Somos un gran equipo" - dijo Neythan, sonriendo.

Al regresar a casa, los padres les preguntaron sobre la experiencia.

"Fue genial, aprendimos a trabajar juntos" - contestó Lucía.

"Sí, de ahora en más no quiero discutir tanto. ¡Podemos hacer muchas cosas juntos!" - añadió Neythan, abrazando a su hermana.

Los padres, contentos, les recordaron que ser hermanos significa cuidarse y apoyarse. A partir de ese día, Lucía y Neythan se esforzaron por compartir más y pelear menos. La competencia de castillos quedó en el pasado, y en su lugar, se llenaron de nuevas aventuras.

FIN.

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