La Aventura del Huaico



En una pequeña aldea a los pies de la montaña, vivían un grupo de amigos muy aventureros.

Un día, mientras caminaban por el río que cruzaba el pueblo, notaron que la corriente estaba más fuerte de lo normal y comenzaron a preocuparse. "¿Qué está pasando con el río?" preguntó Juan. "No lo sé" respondió Sofía "pero tenemos que avisarle a todo el pueblo para que estén alerta".

Los amigos corrieron hacia la plaza del pueblo gritando "¡Huaico! ¡Huaico!". Los habitantes de la aldea se asustaron y comenzaron a buscar refugio en las casas más altas del lugar. "Tenemos que ayudarlos" dijo Mateo "no podemos dejarlos solos".

"Tienes razón" dijo Ana "vamos a buscar un lugar seguro para todos". Los amigos decidieron ir hacia el cerro más alto del lugar. Sabían que era un camino difícil y peligroso, pero era su única opción.

Mientras subían por la empinada ladera, escuchaban cada vez más fuerte el rugido del huaico acercándose. "No miren abajo" advirtió Sofía "solo sigan adelante". "Está bien" respondió Juan temblando. Finalmente llegaron a la cima del cerro donde encontraron una cueva grande y segura para resguardarse.

Allí esperarían hasta que pasara el peligro. Pero no todo iba a ser tan fácil como pensaban. La lluvia seguía cayendo sin cesar y las piedras empezaban a caer sobre ellos desde lo alto de la montaña. "¡Cuidado!" gritó Ana "¡Hay que protegerse!".

Los amigos se abrazaron fuerte y se cubrieron con mantas y ramas. La tormenta parecía no tener fin, pero ellos no perdían la esperanza. "No podemos rendirnos" dijo Mateo "tenemos que seguir luchando".

"Tienes razón" respondió Sofía "somos valientes y juntos podemos superar cualquier obstáculo". Después de varias horas, la lluvia comenzó a disminuir y el huaico finalmente pasó sin causar daño alguno en el cerro. Los amigos estaban agotados pero felices de haber logrado sobrevivir juntos.

"Hicimos un gran trabajo" dijo Juan sonriendo. "Sí" respondió Ana "y aprendimos mucho sobre la importancia de estar unidos en momentos difíciles". —"Exactamente"  agregó Mateo "no hay nada que no podamos superar si trabajamos juntos".

Desde ese día, los amigos siguieron explorando su aldea con más precaución y siempre recordaban lo importante que era trabajar en equipo para enfrentar las adversidades.

Y así, cada vez que volvían a subir al cerro donde habían encontrado refugio, recordaban esa gran aventura con una sonrisa en sus rostros.

FIN.

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