La Aventura del Jardín Mágico
En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivían dos hermanos inseparables: Tiziano, un niño de 5 años con una imaginación desbordante, y Emily, su hermana de 9 años, siempre lista para guiarlo en sus travesuras. Un día, mientras exploraban el patio de su casa, Tiziano tropezó con algo que llamaría su atención: una extraña puerta de madera escondida detrás de un arbusto.
"¡Mirá, Emily!" - gritó Tiziano emocionado.
Emily se acercó y, al ver la puerta, su curiosidad se encendió.
"No puedo creer que esto esté aquí. ¿Te imaginas qué habrá adentro?" - dijo, acariciando la puerta con los dedos.
Decidieron abrirla juntos. La puerta chirrió mientras se abría, revelando un jardín mágico lleno de colores brillantes y criaturas fantásticas que nunca habían visto antes.
"¡Wow! ¡Es hermoso!" - exclamó Tiziano, con los ojos como platos.
"¿Creés que podemos explorar?" - preguntó Emily, un tanto cautelosa.
"¡Sí! ¡Vamos!" - respondió Tiziano, dando un pequeño salto de alegría.
Los hermanos se aventuraron dentro del jardín y, a cada paso, descubrían cosas maravillosas. Encontraron flores que cantaban, árboles que hablaban y mariposas que cambiaban de color cuando las perseguían. Pero también se encontraron con una gran sombra: un dragón que parecía estar muy triste.
"¿Por qué estás triste?" - le preguntó Tiziano, acercándose valientemente.
El dragón suspiró.
"Soy el último de mi especie y no tengo a nadie con quien jugar. Todos les tienen miedo a los dragones" - dijo, mostrando un rostro melancólico.
Emily miró a su hermano y luego volvió al dragón.
"No tienes que estar solo. Podemos jugar contigo" - ofreció, con una sonrisa.
El dragón levantó la cabeza, sorprendido.
"¿De verdad?" - preguntó, con una chispa de esperanza en sus ojos.
"Claro, pero solo si prometes no asustarnos" - dijo Tiziano, un poco nervioso.
"Prometo ser amable" - respondió el dragón, sonriendo por primera vez.
Y así, Tiziano, Emily y el dragón comenzaron a jugar juntos. Corrieron entre las flores, contaron historias y, por un momento, el jardín mágico pareció más brillante que nunca. Pero pronto se dieron cuenta de que el tiempo estaba pasando, y tenían que regresar a casa antes de que sus padres se preocuparan.
"¡Debemos volver!" - dijo Emily, mirando el cielo.
"No quiero irme..." - respondió Tiziano, con lagrimones en los ojos.
"Podemos volver mañana. Esta puerta siempre va a estar aquí, ¿verdad?" - dijo Emily, abrazando a su hermano.
Los tres amigos se acercaron a la puerta para despedirse.
"Estamos felices de haberte conocido. Nunca olvidaremos este día" - dijo Tiziano al dragón.
"Y yo nunca olvidaré lo mucho que me hicieron sentir" - respondió el dragón, con una sonrisa amplia.
Al cruzar la puerta, los hermanos sintieron que el jardín mágico se achicaba detrás de ellos, pero se prometieron volver. Desde ese día, ambos entendieron que los amigos pueden aparecer en los lugares más inesperados y que la verdadera amistad no conoce barreras, ni siquiera entre un dragón y dos hermanos.
De vuelta en su hogar, mientras se preparaban para dormir, Tiziano le dijo a Emily:
"¿Crees que el dragón se sentirá solo ahora?"
"No, porque será feliz sabiendo que tiene amigos" - respondió Emily, abrazando a su hermano.
Esa noche, los dos soñaron con nuevas aventuras en el jardín mágico, y cuando despertaron, sabían que al día siguiente, tendrían una nueva aventura esperándolos.
Y así fue como Tiziano y Emily aprendieron que la amistad puede vencer cualquier barrera y que la magia siempre está al alcance, solo hay que atreverse a entrar.
FIN.