La Aventura del Menú Mágico



Era un día soleado en Buenos Aires, y Mario y María estaban listos para una nueva aventura con sus amigos. El grupo decidió ir a una antigua cafetería que prometía las mejores facturas y tortas de la ciudad.

Cuando llegaron, los amigos comenzaron a revisar el menú con entusiasmo. Todos querían hacer un pedido especial, pero Mario y María notaron que sus amigos estaban optando por lo que parecía tener menos cantidad de comida.

"Voy a pedir la ensalada de lechuga y tomate, ¡seguro que es lo más sano!" - dijo Joaquín, el más entusiasta del grupo.

"Yo también, ¡menos carbohidratos!" - añadió Sofía mientras movía la cabeza, convencida de que esa era la mejor elección.

Mario y María se miraron y se dieron cuenta de que todos pensaban que comer menos era sinónimo de salud.

"¿Y si probamos los sándwiches de milanesa?" - sugirió Mario desafiando a sus amigos.

"¡No, eso tiene demasiados carbohidratos!" - exclamó Sofía con un tono alarmado.

"Pero, ¿no es mejor disfrutar de una comida deliciosa y balanceada?" - preguntó María, inquieta mientras pensaba en las milanesas.

A medida que el debate continuaba, un camarero anciano se acercó a la mesa escuchando la conversación. Se presentó como Don Fernando, el propietario.

"Chicos, permítanme contarles una historia. Yo, hace muchos años, me preocupaba demasiado por la comida. Muchas veces elegía lo más liviano, pero siempre me sentía insatisfecho. Hasta un día que conocí a un viejo amigo que me enseñó algo importante.”

Los amigos escuchaban atentos. Don Fernando continuó:

"Me dijo que disfrutar de la comida es parte de la vida. La clave está en la moderación. Se puede comer de todo, incluso de esos pancakes que tenés en el menú, siempre y cuando en el resto del día se coma balanceado. ¿Ustedes saben que la comida también puede ser una forma de compartir y celebrar?"

Mario y María miraron a sus amigos y vieron cómo algunos comenzaban a cuestionarse lo que creían.

"Entonces… ¿podemos compartir una milanesa y alguna ensalada?" - propuso María.

"¿Y un postre?" - agregó Mario con una gran sonrisa.

Así, luego de charlar todos juntos, el grupo decidió pedir una variedad de platos, incluso algunos del menú que no habían considerado anteriormente.

"¡Qué lindo es compartir!" - dijo Sofía mientras cada uno ponía su plato en el centro de la mesa.

"Sí, esto es una verdadera fiesta de sabores" - contestó Joaquín mientras disfrutaba la textura crujiente de la milanesa.

Don Fernando sonrió al ver que los jóvenes se estaban divirtiendo y disfrutaban de su comida.

Después de haber compartido cada bocado, todos sintieron que no solo habían probado deliciosos platos, sino que también habían aprendido algo valioso: no se trata de comer poco o mucho, sino de encontrar un equilibrio y disfrutar cada momento con amigos.

"Quizás deberíamos volver a visitar la cafetería de Don Fernando más seguido" - dijo María riendo.

"Sí, pero la próxima vez traemos postres más grandes" - agregó Mario.

Los amigos se despidieron de Don Fernando, agradeciendo por su sabiduría y prometiendo recordar la importancia de disfrutar la comida como una experiencia colectiva y deliciosa. Y así, cada vez que se reunían, recordaban aquel día especial, la lección aprendida y se comprometían a degustar juntos, riendo y compartiendo no solo la comida, sino también su amistad.

FIN.

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