La Aventura del Misterio de la Cárcel



Era un día nublado en la pequeña ciudad de Villa Esperanza. La prisión local había recibido la visita de un inspector que estaba investigando la misteriosa desaparición de un policía. Con el sol ocultándose tras las nubes, el oficial Gómez, un hombre de apariencia seria y voz firme, se preparaba para interrogar a los cinco presos que compartían una celda.

Gómez, con su libreta en mano, se acercó al primer preso, un hombre de gran tamaño llamado Fernando.

"Fernando, necesito que me cuentes qué estabas haciendo la noche de la desaparición de Rodríguez."

"Señor oficial, yo solo estaba durmiendo. Nunca vi nada esa noche," respondió Fernando, algo nervioso.

Gómez anota algo y luego se dirige al segundo preso, que se hacía llamar Lucas.

"Lucas, ¿tuviste alguna interacción con el policía Rodríguez antes de su desaparición?"

"No, nunca. Solo compartimos una mirada en el comedor... y eso fue todo," afirmó Lucas, encogiéndose de hombros.

El oficial se dirigió al tercer preso, Marta, quien lucía tranquila.

"Marta, ¿dónde estabas cuando Rodríguez desapareció?"

"Yo estaba en el jardín, cuidando las plantas. Me gusta la jardinería, es mi pasión," dijo ella con una sonrisa.

El oficial parecía dudar. Luego se giró hacia el cuarto preso, llamado Leo.

"Leo, tú tenías una pelea con Rodríguez, ¿no?"

"No fue una pelea, fue un malentendido. No tengo nada en contra de él," respondió Leo, con una mirada desafiante.

Por último, el oficial Gómez se acercó a Juan, el más joven de todos.

"Juan, todos tienen coartadas. ¿Qué puedes decirme de la noche de la desaparición?"

"Yo... yo estaba dibujando en mi cuaderno. No vi nada..." dijo Juan, temblando un poco.

El oficial Gómez se sentó a reflexionar sobre sus palabras. Algo no encajaba.

Días después, mientras revisaba las grabaciones de seguridad de la prisión, Gómez se dio cuenta de un detalle curioso: en una de las grabaciones se veía a Marta en el jardín a la hora de la desaparición. Sin embargo, al revisar más, también notó que ella parecía estar hablando con alguien que no era ninguno de los otros presos.

Con esta nueva información, el oficial decidió reunir a los cinco de nuevo.

"Marta, vi una grabación en la que hablas con alguien. Necesito que me digas quién era."

"No puedo, era un secreto. Pero no tiene nada que ver con la desaparición de Rodríguez..."

La tensión en la celda aumentó.

"¡Dejá de jugar con el tiempo! ¡Tenés que decir la verdad!" gritó Leo.

"No comprendés que esto es más grande de lo que parece," respondió Marta con una mirada seria.

Finalmente, tras unos momentos de silencio, Marta se armó de valor.

"Está bien, voy a contarles. Había un guardia que estaba en problemas, me pidió que lo ayudara. Lo vi esa noche... y después no volví a saber de él. ¡No quise involucrarlos!"

El oficial Gómez se sorprendió, entendía que habían estado en medio de un lío mucho mayor.

"Entonces, tenemos que hablar con la dirección de la prisión. Usted, Marta, seria un testigo importante sobre esta situación. No han hecho nada incorrecto, pero necesitamos su ayuda."

Con el corazón pesado pero aliviado, Marta accedió.

Gracias a la valentía de ella para admitir lo que había sucedido, el caso se resolvió. La verdad salió a la luz y todos los presos pudieron volver a sus rutinas, aunque no sin antes arriesgarse a contar su verdad.

Así, en la prisión de Villa Esperanza, los cinco hombres y mujeres aprendieron que, aunque la vida a veces puede llevar a decisiones equivocadas, siempre hay espacio para el honor y el valor en decir la verdad, y que la amistad y el apoyo pueden llegar de los lugares más inesperados.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!