La aventura del número perdido


Había una vez en Numerilandia, un lugar mágico donde los números vivían y jugaban juntos. Un día, los números del 0 al 10 decidieron hacer una emocionante excursión a Palma del Río, España.

Estaban emocionados por conocer nuevos lugares y aprender cosas nuevas. La mañana de la excursión llegó y todos los números se encontraron en el punto de encuentro acordado. El número 1 estaba encargado de contarlos a todos para asegurarse de que nadie faltara.

"Uno, dos, tres... ¡Diez! ¡Estamos todos aquí!", exclamó el número 1 con alegría. Empezaron su viaje hacia Palma del Río en un gran autobús amarillo.

Cantaban canciones y reían mientras disfrutaban del hermoso paisaje que pasaba por las ventanas. Pero cuando estaban cerca de llegar a su destino, algo inesperado ocurrió. El número 7 estaba tan emocionado por ver las naranjas típicas de Palma del Río que saltó del autobús mientras este aún se movía.

Cayó directamente en una huerta llena de jugosas naranjas. Los demás números no se dieron cuenta hasta que ya era demasiado tarde. "¡Oh no! ¡Se nos perdió el número 7!", exclamó el número 3 preocupado.

Belén, una niña curiosa que paseaba por allí cerca, vio lo que había sucedido y decidió ayudar a los números a encontrar al perdido. Se acercó corriendo hacia ellos y preguntó: "¿Necesitan ayuda? Parece que han perdido a alguien importante".

Los números asintieron y explicaron lo sucedido. Belén se ofreció a ayudarlos y juntos comenzaron a buscar al número 7 entre las naranjas. Mientras buscaban, los números le contaron a Belén sobre sus habilidades especiales.

El número 0 era el más pequeño pero podía cambiar cualquier número multiplicándolo por él mismo. El número 5 era muy equilibrado y siempre estaba en medio de todos los demás números. Y así, cada número tenía algo único que los hacía especiales.

Después de un rato buscando, escucharon un débil "¡Aquí estoy!" proveniente de una esquina de la huerta. Se acercaron sigilosamente y encontraron al número 7 atrapado enredado entre las ramas de un árbol.

Con cuidado, Belén liberó al número 7 y lo ayudó a bajar del árbol. Todos los números estaban felices de haberlo encontrado sano y salvo. "Gracias por ayudarnos", dijo el número 7 con gratitud hacia Belén. "No hay problema", respondió Belén sonriendo.

"Fue divertido conocerlos a todos y aprender sobre sus habilidades". Los números se despidieron de Belén con alegría mientras continuaban su viaje hacia Palma del Río.

Agradecidos por la ayuda recibida, prometieron recordar siempre la importancia de trabajar juntos y cuidarse mutuamente. Belén regresó a casa con una gran sonrisa en su rostro, sabiendo que había hecho una buena acción ese día y que había conocido a unos amigos muy especiales: los números del 0 al 10 de Numerilandia.

Desde entonces, cada vez que veía un número en un libro o en una señal de tráfico, Belén recordaba su aventura y sonreía.

Y cada vez que los números se encontraban con algún problema, sabían que podían contar con Belén para ayudarlos. Y así, la amistad entre Belén y los números de Numerilandia perduró para siempre, enseñándonos a todos la importancia de la colaboración y el apoyo mutuo en nuestras vidas.

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