La Aventura del Pato y la Familia Valle
Era un hermoso día de verano en el Lago Azul, donde el agua brillaba como diamantes bajo el sol. La familia Valle había decidido pasar el día de picnic junto al lago. Lucía, la mamá, había preparado sandwiches de mermelada y gaseosas, mientras que Javier, el papá, había traído su guitarra para ponerle música al día. Sus hijos, Nahuel y Sofía, corrían y jugaban por la orilla, mientras sus risas resonaban en el aire.
"¡Mirá, Sofi!" - gritó Nahuel al ver algo moverse en el agua. "¡Es un pato!"
Los niños no podían contener su emoción y se acercaron a la orilla. Allí, un pato curioso se acercaba lentamente, como si supiera que lo estaban mirando.
"¿Le damos comida?" - preguntó Sofía, sosteniendo un trozo de pan que habían llevado para su picnic.
"Sí, pero con cuidado." - respondió su papá. "Dejemos que se acerque primero."
Mientras tanto, cerca de la familia, un hombre mayor, don Pedro, alimentaba al pato con granos de maíz. Al ver a los niños tan emocionados, sonrió y les hizo un gesto para que se acercaran.
"¡Hola, chicos! ¿Quieren ayudarme a darle de comer?" - preguntó don Pedro con voz amable.
Nahuel y Sofía asintieron entusiasmados.
"Es muy importante compartir con los animales, ellos también sienten y tienen hambre. ¡Es como tener un amigo!" - explicó don Pedro mientras les daba un poco de maíz para que alimentaran al pato.
"¿El pato tiene nombre?" - preguntó Sofía intrigada.
"Este es Ramón, un pato muy especial. Siempre viene a verme cuando estoy aquí. Él tiene una historia. Quiero contarles, si quieren escuchar." - dijo don Pedro, mientras Ramón picoteaba el maíz con alegría.
Los niños se acomodaron cerca de don Pedro, con los ojos abiertos de par en par.
"Cuando era un patito, Ramón tuvo que aprender a nadar solo, mientras su mamá lo cuidaba. A veces se caía y se asustaba, pero con el tiempo se volvió un gran nadador. Lo que quiero que aprendan de Ramón es que nunca deben rendirse." - agregó don Pedro.
"¿Y por qué no se rinde?" - preguntó Nahuel.
"Porque cada vez que se cae, recuerda que debe intentarlo una y otra vez. Y así, se convierte en un pato fuerte y valiente. Así como ustedes, cuando practican alguna actividad nueva. ¿Se acuerdan cuando aprendieron a andar en bicicleta?" - sonrió don Pedro.
"¡Sí! Al principio me caí un montón de veces..." - recordó Sofía, emocionada.
"Exacto. Pero siempre se levantaron y siguieron intentándolo. Esa es la clave, chicos. La perseverancia es fundamental. Como Ramón, siempre hay que levantarse y seguir."
Mientras estaban todos concentrados en la historia, sus padres los observaban con orgullo. La tarde siguió, y después de un rato, don Pedro les dijo que era hora de irse, pero no sin antes dejarles una lección vital.
"Recuerden, el mundo está lleno de oportunidades, pero solo los valientes las toman. No teman a los desafíos. Siempre hay algo que aprender. ¡Hasta la próxima!" - se despidió don Pedro mientras se alejaba.
La familia Valle continuó disfrutando de su día, pero esta vez con los corazones llenos de enseñanzas. Lucía miró a sus hijos y dijo:
"Hoy aprendimos algo muy especial, ¿no es así?"
"¡Sí, mamita! Siempre hay que intentar, como Ramón el pato." - dijo Nahuel, con una sonrisa.
"Y si nos caemos, nos levantamos y seguimos adelante."
"Exacto, hijos. Siempre recuerden que con esfuerzo y amor, pueden lograr todo lo que se propongan. Ahora, ¿qué les parece si hacemos un dibujo del pato Ramón?" - sugirió Javier.
Y así, con el sol poniéndose en el horizonte y el lago reflejando colores vibrantes, la familia Valle aprovechó el momento para dibujar y recordar su día lleno de risas, aprendizajes y, por supuesto, la mágica presencia de Ramón, el pato valiente.
FIN.