La Aventura del Pequeño Ultra



En un pequeño pueblo rodeado de naturaleza, había una casa antigua que pertenecía a la familia de Tomi, un niño curioso de diez años. Un día, mientras exploraba el desván de su casa, encontró un objeto extraño y brillante. Era una nave ultrasónica, cubierta de polvo y telarañas.

- ¡Mirá lo que encontré! - exclamó Tomi con ojos desorbitados, mostrando el artefacto a su mejor amiga, Lila.

- ¿Qué es eso? - preguntó Lila, acercándose cautelosamente. Lo tocaron y, de repente, la nave comenzó a vibrar y emitir un suave zumbido.

- ¡Yo creo que es una nave del futuro! - gritó Tomi con entusiasmo. - ¡Tenés que subírtete conmigo!

Lila dudó un momento, pero la curiosidad pudo más. Ambos se metieron en la nave, y en un abrir y cerrar de ojos, la nave despegó zumbando y los llevó a un mundo maravilloso.

Al llegar, se encontraron en un hermoso campo lleno de flores de colores brillantes, árboles altos que parecían tocar el cielo y un río de aguas cristalinas. Pero algo no estaba bien; los animales parecían tristes y los árboles estaban marchitos.

- ¿Por qué están todos tan tristes? - preguntó Lila a un pequeño conejo que pasaba por allí.

- Sin árboles no tenemos hogar, y sin agua la comida escasea - respondió el conejo con un suspiro.

- ¿Y cómo podemos ayudar? - preguntó Tomi, decidido a hacer algo.

- Podrían ayudarnos a plantar más árboles y cuidar el río. Pero necesitaríamos semillas y un arco de luz que brilla en la cima de la montaña - explicó el conejo.

- ¡Vamos a buscarlo! - dijo Tomi, emocionado.

Los dos amigos decidieron emprender la aventura hacia la montaña. En su camino, encontraron ríos, animales y desafíos. Se les unió un pájaro muy sabio llamado Zazu.

- Siempre hay una forma de ayudar - dijo Zazu volando sobre ellos. - A veces solo hay que pensar un poco más afuera de la caja.

Con la ayuda de Zazu, Tomi y Lila se enfrentaron a obstáculos inesperados, como un arroyo demasiado amplio para cruzar.

- ¿Y si hacemos un puente con troncos? - propuso Lila.

Juntos, recolectaron troncos y con su creatividad, armaron un puente improvisado. Al llegar a la montaña, se encontraron con un brillante arco de luz, que iluminaba la cima como si fuera un faro.

- ¡Ahí está! - gritó Tomi señalando el arco. - ¡Lo logramos!

Mientras subían, el viento jugaba con sus cabellos, y cuando llegaron a la cima, encontraron las semillas que necesitaban. Con alegría las metieron en su mochila y emprendieron el camino de regreso al campo.

Al volver al campo, se unieron a todos los animales para plantar las semillas en un lugar soleado y junto al río. Todos trabajaron juntos, cavando, regando y cuidando las plantas. Con el tiempo, los árboles comenzaron a crecer, el río volvió a estar lleno y la alegría regresó al campo.

- ¡Lo logramos! - dijo Tomi, riendo.

- Sí, ¡los animales están felices! - expresó Lila, abrazando al pequeño conejo.

En un brillo mágico, la nave ultrasónica volvió a aparecer.

- ¡Es hora de regresar! - dijo Tomi.

Al subir a la nave, Zazu voló junto a ellos, y les dijo:

- No olviden que todos pueden ayudar, siempre que trabajen juntos.

Y así, con nuevas experiencias y amigos, Tomi y Lila regresaron a su pueblo, decididos a cuidar su hogar y a nunca olvidar la magia de ayudar a los demás.

Desde ese día, Tomi y Lila organizaron actividades en su pueblo para hacer reforestación y cuidar el medio ambiente, compartiendo con todos sus amigos la aventura que vivieron en el campo. Desde entonces, el pueblo floreció con vida, color y alegría.

- ¡Hasta la próxima aventura! - rió Lila.

FIN.

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