La aventura del pollito perdido



Era un hermoso día de primavera cuando Lara y Helena decidieron ir a jugar al prado. El sol brillaba alto en el cielo y las flores danzaban al ritmo del suave viento. Mientras corrían entre risas y juegos, de repente se detuvieron al escuchar un pequeño ‘pio’ que provenía de un arbusto cercano.

- ¿Escuchaste eso? - preguntó Lara, frunciendo el ceño.

- Sí, suena como un pollito - respondió Helena, acercándose al arbusto.

Las dos amigas miraron entre las hojas y encontraron a un pequeño pollito amarillo, temblando de frío y con los ojos llenos de lágrimas.

- ¡Oh, pobRECITO! - exclamó Lara.

- ¿Dónde está tu mamá? - le preguntó Helena con dulzura.

El pollito miró a las chicas, haciendo su mejor esfuerzo por dejar de llorar.

- ¡No lo sé! Me alejé de ella… - dijo el pollito entre sollozos.

- No te preocupes. ¡Nosotras te ayudaremos a encontrarla! - dijo Lara, con determinación.

Entonces, las dos amigas se miraron y asintieron, listas para embarcarse en una aventura. Pero justo cuando estaban por levantarse, se dieron cuenta de que el pollito estaba temblando de miedo.

- Primero tenemos que calentarlo - sugirió Helena.

- ¡Buena idea! - respondió Lara. - ¿Y si lo llevamos en mi gorra? Será como un cochecito para él.

Las chicas acomodaron al pollito en la gorra y comenzaron a caminar, siempre manteniendo la gorra cerca de sus corazones. Luego, Lara dijo:

- Para encontrar a su mamá, deberíamos preguntarle a otros animales del prado.

- ¡Exacto! - contestó Helena. - Vamos a preguntar a la oveja. Ella siempre sabe todo.

Así que se pusieron en marcha hacia donde pastaba una oveja simpática.

- ¡Hola, señora Oveja! - llamó Helena. - ¡Por favor, ayúdenos! Encontramos a este pollito perdido y queremos ayudarlo a encontrar a su mamá.

La oveja miró al pollito con ternura.

- ¡Pobrecito! - dijo. - La última vez que vi a su mamá estaba cerca del estanque.

- ¡Gracias! - exclamó Lara, con una sonrisa. - ¡Vamos, Pollito!

Continuaron su camino hasta el estanque, pero no había signo de la mamá gallina.

- ¿Y ahora qué haremos? - preguntó Helena un poco frustrada.

- Tal vez deberíamos pensar como se siente el pollito. Debe estar muy asustado - sugirió Lara.

El pollito miró a Lara, lleno de esperanza.

- Sí, estoy asustado. Ya no sé si podré volver a ver a mi mamá. - dijo con un susurro.

- ¡No te preocupes! - replicó Helena. - ¡Nos tienes a nosotras! Juntas lo lograremos.

Decidieron descansar un momento bajo un árbol. Mientras reposaban, un pato pasó volando y se posó junto a ellas.

- ¡Hola! ¿Qué les ocupa? - preguntó el pato con curiosidad.

- Estamos buscando a la mamá gallina de este pollito - explicó Lara.

- Escuché que estaba en el campo de flores - dijo el pato. - ¡Suerte!

Las chicas se miraron emocionadas y se levantaron de un salto.

- ¡Vamos! - gritó Helena.

Corrieron hacia el campo de flores, llenas de energía y entusiasmo. Después de buscar un rato, finalmente vieron un grupo de gallinas picoteando en el suelo.

- Ahí está la mamá gallina, ¡vamos! - dijo Lara, señalando.

El pollito salió de la gorra, corrió tambaleándose hacia su mamá y unió sus alas a la de ella en un tierno abrazo. La mamá gallina miró a las chicas y les dijo:

- ¡Gracias, muñequitas! Estaba muy preocupada por mi pollito. No sé qué habría hecho sin ustedes.

- ¡Nos alegra mucho ayudar! - dijeron Lara y Helena al mismo tiempo.

De pronto, el pollito se volvió hacia las chicas y les dijo:

- No sé cómo agradecerles. ¡Juntas son muy fuertes!

- Eso es lo que descubrimos hoy - dijo Helena. - Las buenas acciones se multiplican cuando hay amigos.

- Y nos sentimos muy felices ayudando - agregó Lara.

La mamá gallina, agradecida, les ofreció un poco de maíz como muestra de gratitud.

- ¡Qué delicia! - dijeron las chicas, mientras compartían risas con el pollito y su mamá.

Aquel día, Lara y Helena aprendieron que, aunque fueron el motor de la aventura, el verdadero regalo fue el hermoso sentimiento de ayudar a otro. No solo ayudaron al pollito a encontrar a su mamá, sino que también se unieron más como amigas, descubriendo que juntos pueden superar cualquier obstáculo que se presente en el camino.

FIN.

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