La Aventura del Primer Día de Clases



Era un hermoso día de primavera cuando Sofía, una niña curiosa y valiente, se despertó con una gran emoción. Era su primer día en el jardín de infantes y no podía esperar para conocer a sus nuevos compañeros y a su maestra. Con sus papás a su lado, se vistió con su vestido favorito, que tenía estampados de mariposas de colores.

"Mami, ¿creés que haré muchos amigos hoy?" - preguntó Sofía, mientras se ataba los cordones de sus zapatillas.

"Claro, amor. ¡Todo va a salir genial!" - respondió su mamá, sonriendo.

"¿Y si no me entienden?" - agregó Sofía un poco preocupada.

"Si alguien no te entiende, siempre podés usar tus gestos o dibujarles lo que querés decir. ¡No tengas miedo!" - le animó su papá.

Con mucho ánimo, Sofía salió de casa y comenzó su camino hacia el jardín de infantes. Al llegar, se encontró con un grupo de niños en la entrada que jugaban y reían. Sofía se sintió un poco nerviosa, pero decidió acercarse.

"Hola, soy Sofía. ¿Puedo jugar también?" - dijo tímidamente.

Los niños la miraron:

"¡Claro! Vení, estamos jugando a las escondidas!" - respondió Tomás, un niño de cabello rizado.

Sofía se unió al juego y, rápidamente, se sintió parte del grupo. Corrieron, rieron y, lo más importante, hicieron nuevos amigos. Todo parecía perfecto, hasta que se escuchó un grito.

Una de las niñas, Mariana, se había caído y se había rasguñado la rodilla. Sofía vio que sus nuevos amigos comenzaron a alejarse, no sabían cómo ayudar.

"¡Esperen! Necesitamos ayudarla, no podemos dejarla sola…" - dijo Sofía con determinación. Se acercó a Mariana, que estaba llorando, y le dijo:

"No te preocupes, yo tengo una curita en mi mochila. Eso te hará sentir mejor."

Mariana miró a Sofía con ojos llenos de esperanza.

"¿De verdad?"

Sofía asintió y corrió hacia su mochila. Cuando regresó, ayudó a poner la curita en la rodilla de Mariana.

"¡Gracias, Sofía! Eres muy valiente!" - dijo Mariana, sonriendo a través de las lágrimas.

Después de ese momento, todos los niños se acercaron a Sofía, admirando su valentía.

"Sofía, sos la mejor!" - dijo Tomás.

"¡Queremos jugar a un juego nuevo!" - propuso Ana, otra niña.

Así, Sofía se convirtió en la heroína del día. Jugaron a construir un fuerte con almohadas y mantas, creando un lugar donde se sentían seguros y felices.

El tiempo pasó volando, y pronto llegó la hora de irse. Sofía se despidió de sus nuevos amigos con una gran sonrisa.

"Mañana vuelvo a jugar con ustedes!" - prometió.

Al llegar a casa, sus padres la esperaban ansiosos.

"¿Cómo te fue, Sofía?" - preguntó su mamá.

"Fue genial! Hice muchos amigos y ayudé a Mariana cuando se cayó. ¡Soy una heroína!" - exclamó Sofía feliz.

"Eso es maravilloso, hija. Siempre recuerda que ayudar a los demás te hace grande." - añadió su papá.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Sofía sonrió pensando en su primer día de clases. Aprendió que la valentía no solo era ser fuerte, sino también hacer lo correcto, incluso si eso significaba ayudar a alguien que lo necesitaba. Así, con el corazón lleno de alegría y nuevas experiencias, Sofía se durmió con sueños de nuevas aventuras y amistades.

FIN.

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