La Aventura del Ratón Pérez y la Sonrisa Brillante



Érase una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, donde los niños jugaban y reían en las calles, vivía el famoso Ratón Pérez. Era un ratón muy especial, conocido por su habilidad para recoger dientes de leche que los niños dejaban bajo sus almohadas. A cambio, les dejaba un pequeño regalo como muestra de agradecimiento. Sin embargo, este año, el Ratón Pérez se encontró en una situación inusual.

Una noche, mientras Pérez estaba preparando su mochila de regalos, escuchó un ruidito en su ventana.

"¡Ay, che! ¿Qué será esto?" - se preguntó el ratón, mientras abría la ventana.

En ese instante, vio a un grupo de niños, emocionados, con una caja llena de dientes. La curiosidad fue más fuerte que su temor, así que decidió escuchar lo que decían los pequeños.

"¡Mirá cómo brillan! Somos el equipo de los cuidadores de dientes, y encontramos estos dientes tirados en el parque. ¡Queremos que el Ratón Pérez los recoja!" - dijo la más pequeña del grupo, Lucía.

Pérez, emocionado pero intrigado, decidió acercarse a ellos.

"¡Hola, chicos! Soy Ratón Pérez. ¿Qué están haciendo con esos dientes?" - dijo, sacando su cabeza entre las ramas.

Los niños se sorprendieron y comenzaron a gritar.

"¡Es él! ¡Es el Ratón Pérez!" - exclamó Tomás, un niño con gafas que no podía creerse lo que veía.

"Chicos, tengo una idea. ¿Qué les parece si hacemos una campaña para cuidar mejor nuestros dientes en lugar de dejar que se pierdan?" - sugirió el ratón, emocionado por la iniciativa.

Los niños se miraron, intrigados por el plan del ratón.

"¿Cómo haríamos eso?" - preguntó Sofía.

"Podríamos crear un club de cuidadores de dientes. Cada vez que un niño se cepille bien y cuide su sonrisa, le dará un diente para que yo lo recoja. ¡Así podríamos ayudar a que todos tengan una sonrisa brillante!" - propuso Pérez con alegría.

Los chicos se animaron y decidieron poner en marcha el club. Disfrazados de superheroes de la higiene dental, visitaron cada casa del vecindario explicando la importancia de cuidarse los dientes. Hicieron carteles coloridos:

"¡Cepillate bien y luego ven a darme tu diente!" - decía uno de los carteles.

Con el paso de los días, el rumor sobre el club se expandió por todo el barrio, y más niños se unieron a la causa. Cada vez que un niño se cepillaba correctamente, Pérez estaba allí para recoger el diente y dejar un regalo.

Sin embargo, un día, un nuevo niño se mudó al barrio. Su nombre era Fabio, y se había enterado del club. La primera noche, los niños mayores hicieron broma de él, diciéndole que su diente iba a ser el último en ser recogido porque no se cepillaba.

"¡Eso no es verdad! Yo también puedo tener una sonrisa hermosa como ustedes!" - protestó Fabio.

Los niños se miraron, sorprendidos. Al día siguiente, decidieron ayudar a Fabio en lugar de burlarse.

"Ven, te enseñamos a cepillarte. ¡Es divertido!" - le dijo Lucía, mostrando su cepillo de dientes.

"¿En serio? Eso sería genial. Siempre tengo miedo de romper mis dientes. Por eso no me cepillo" - confesó Fabio, un poco avergonzado.

Pérez, al ver la situación, se acercó y dijo:

"Escuchame, Fabio. Los dientes son como un tesoro. Si los cuidas, te darán una sonrisa que brilla como el oro. Y yo estaré feliz de recoger tus dientes, siempre y cuando los cuides bien."

Con la ayuda de sus nuevos amigos, Fabio comenzó a cepillarse todos los días y, tras unas semanas, su sonrisa se volvió radiante. Esa noche, dejó su diente bajo la almohada, y al despertar, encontró un regalo sorpresa.

"¡Miren! ¡Es el Ratón Pérez!" - gritó Fabio, mostrando una pequeña figura de su héroe.

Desde entonces, el club siguió creciendo, y los niños aprendieron no solo a cuidar sus dientes, sino a ayudar a los demás y a no juzgar a los que son diferentes. El Ratón Pérez se convirtió en un símbolo de amistad y cuidado, y cada vez que recogía un diente, dejaba no solo un regalo, sino también una lección valiosa.

Así, todos en el barrio aprendieron que una buena sonrisa comienza con el cuidado y la amistad, y que se pueden hacer maravillas si se trabaja en equipo.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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