La Aventura del Respeto en el Aula



Érase una vez, en el aula de la escuela primaria Arcoíris, cuatro amigos: Critopher, Mateo, Salomé y Rafael. Aunque se querían mucho, a veces olvidaban la importancia de respetar a los demás.

Un día, la profesora, la Señorita Pina, entró al aula con una gran sonrisa y un nuevo proyecto para los estudiantes. "Hoy iniciaremos un concurso de talentos" - anunció con entusiasmo. Todos los chicos, incluidos Critopher, Mateo, Salomé y Rafael, se emocionaron. Pero pronto, la emoción comenzó a transformarse en competencia desleal.

Durante el recreo, Critopher se burlaba de las habilidades de Mateo. "Tu canto es horrible, mejor no lo hagas" - le decía, riéndose. Mateo se sintió desanimado y prefirió no participar en el concurso. Salomé, por su parte, se reía de la coreografía que Rafael estaba practicando. "Esa no es manera de bailar, ¡pareces un pato!" - exclamó entre risas. Rafael se sintió avergonzado y algo inseguro.

Pasaron los días, y el concurso se acercaba. Critopher, Mateo, Salomé y Rafael se estaban quedando sin ideas y se preguntaban por qué no estaban disfrutando del proyecto. Un día, mientras estaban conversando en la hora de almuerzo, oyeron a un grupo de compañeros ensayar. Ellos estaban apoyándose entre sí, intercambiando consejos y riendo juntos.

"¡Qué bien suena!" - dijo Mateo, admirando a sus compañeros. "Se ve que se divierten mucho" - agregó Salomé.

Fue entonces cuando Rafael, con voz baja, comentó, "Quizás deberíamos aprender un poco de ellos..."

Critopher comenzó a sentir una punzada de culpa. "Sí, yo también creo que no hemos sido buenos amigos últimamente. Pero, ¿qué hacemos ahora?" - preguntó, rascándose la cabeza.

Decidieron que era momento de cambia.

"¿Y si ofrecemos ayuda a Mateo para mejorar su canto?" - sugirió Salomé.

"Y también podríamos ayudar a Rafael con la coreografía" - agregó Mateo, sintiéndose más animado. "Sería divertido hacerlo juntos."

Así que, después de clase, se pusieron a trabajar. Critopher le enseñó a Mateo a controlar la respiración al cantar. "Respira hondo y relájate. Tu voz va a sonar mejor" - le decía. Mateo sonrió al escuchar esas palabras alentadoras. Por su parte, Salomé empezó a practicar con Rafael, dándole pequeños consejos sobre cómo moverse con más fluidez. "Baila como si fuera solo tú y la música, no te preocupes por los demás" - le aseguró.

Con el tiempo, su apoyo mutuo hizo maravillas. El día del concurso llegó, y el ambiente estaba lleno de entusiasmo. Critopher, Mateo, Salomé y Rafael se sentaron juntos, un poco nerviosos de mostrar lo que habían preparado. Pero ahora, tenían un corazón lleno de respeto por cada uno de sus talentos.

Cuando fue el momento de la actuación de Mateo, todos aplaudieron desde el principio. "¡Esa es mi amiga!" - gritó Salomé, emocionada. Y lo mismo sucedió con Rafael, quien hizo una presentación sorprendente, donde todos los amigos se unieron a bailar en una parte de su coreografía.

Cuando terminó el concurso, la Señorita Pina les dio a todos el mismo premio: unas medallas brillantes que decían: "El mejor equipo". "Cada uno de ustedes mostró su mejor talento, pero lo más importante fue el respeto y el apoyo que tuvieron entre ustedes" - comentó la profesora, sonriendo.

Desde aquel día, Critopher, Mateo, Salomé y Rafael aprendieron que el respeto y la colaboración son fundamentales. A partir de entonces, hicieron un pacto de siempre animarse y ser amables unos con otros.

FIN.

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