La Aventura del Respeto en la Escuela de Estrellita



Había una vez en un colorido pueblo llamado Arcoíris, una escuela llamada Estrellita, donde los niños aprendían sobre todo lo que se les ocurría. Allí, todos eran amigos, pero a veces se olvidaban de una cosa muy importante: el respeto.

Un día soleado, la maestra Ana decidió organizar un gran juego en el patio. Los niños estaban muy emocionados y no paraban de hablar sobre el campeonato de pañuelo que se iba a llevar a cabo. Pero antes de que comenzara la diversión, la maestra Ana reunió a todos en círculo y les dijo:

- “Queridos amigos, hoy vamos a jugar, pero necesito que recordemos algo muy importante: el respeto entre nosotros. Sin él, el juego no será divertido ni para ustedes ni para nadie.”

Los niños asintieron, pero algunos no estaban muy convencidos. Entre ellos estaban Leo, un niño muy inquieto, y Sofía, que solía ser un poco mandona.

Mientras se organizaban por equipos, Leo empujó sin querer a Sofía.

- “¡Eh, tené más cuidado, Leo! Siempre lo hacés! ” - se quejó Sofía, molesta.

Leo, en lugar de disculparse, se cruzó de brazos y le respondió:

- “¿Y a mí qué? No es mi culpa que seas tan delicada.”

La maestra Ana miró la situación y decidió intervenir.

- “Espera un momento, chicos. Leo, es importante que reconozcas que Sofía se sintió mal con lo que dijiste. Y Sofía, también es fundamental que digas lo que te molesta, pero con respeto. ¿Qué tal si lo intentan de nuevo? ”

Después de un rato de intentar comunicarse, Leo finalmente se acercó a Sofía:

- “Perdón, no quise lastimarte, fue un accidente.”

- “Está bien, acepto tu disculpa. Yo también me puedo poner muy intensa a veces.” - respondió Sofía.

Ambos sonrieron y se dieron la mano.

Finalmente, el juego comenzó y todos se dividieron en equipos. Pero no tardó en surgir otro problema: Clara, que era nueva en la escuela, no sabía jugar al pañuelo y se sentía triste viendo cómo todos se divertían.

- “No sé cómo jugar, me da vergüenza unirme”, - su susurro llegó hasta donde estaban Leo y Sofía.

- “Clara, vení a nuestro equipo. ¿Te gustaría que te enseñemos a jugar? ” - le propuso Sofía.

- “¿De verdad? ¡Eso sería genial! ” - respondió Clara, animada.

Entonces, Sofía y Leo se acercaron a ella y le explicaron las reglas del juego. Poco a poco, Clara comenzó a sonreír y a participar, y los tres se convirtieron en grandes amigos.

Mientras corrían, se dio una situación inesperada: en medio de la emoción del juego, Leo accidentalmente cayó. Todos los niños se detuvieron, preocupados.

- “¡Leo! ¿Estás bien? ” - preguntó Sofía, corriendo hacia él.

Leo se levantó, sonriendo,

- “Sí, sí. Solo necesito un momento.”

Pero en lugar de que los niños lo ayudaran, algunos se rieron y dijeron:

- “¿Ves? Si fueras más cuidadoso no te pasaría esto.”

La maestra Ana, viendo lo que estaba sucediendo, llamó la atención a todos nuevamente.

- “Niños, eso no es lo que significa el respeto. Leo se cayó y necesita apoyo, no burlas. ¿Qué tal si le aplaudimos por seguir jugando? ”

Todos los niños comenzaron a aplaudir, y Leo se sintió feliz. En ese momento, el ambiente de juego se transformó: comenzaron a comentarse todo lo que hacían bien unos a otros. Desde entonces, no solo jugaron un juego, sino que también aprendieron a respetarse y apoyarse entre sí.

Al final del día, después de muchas risas y diversión, la maestra Ana reunió a todos nuevamente.

- “Hoy no solo hemos jugado, también hemos aprendido algo valioso. El respeto hace que nuestra escuela sea un lugar mejor. ¿Quién se anima a seguir practicándolo en la próxima clase? ”

Los niños gritaron al unísono:

- “¡Nosotros! ”

Y así, en la escuela Estrellita, se prometieron cuidar siempre el respeto en sus corazones, llevando esa lección a cada rincón de su vida, llenando el pueblo de Arcoíris con más sonrisas y amistades.

Desde ese día, el respeto se convirtió en el mejor juego en la escuela de Estrellita, enseñando que con cada acción respetuosa, creaban un mundo más amigable y divertido para todos.

FIN.

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