La Aventura del Rey Aburrido
Hace mucho tiempo, en la India, un poderoso rey estaba enfermo de aburrimiento. Tenía palacios de oro, tesoros inconmensurables y un ejército formidable, pero nada de eso podía alegrar su corazón. Un día, decidió hacer algo al respecto.
- ¡Silencio! - ordenó el rey, haciendo sonar su cetro en el trono. - Convocaré a todos mis consejeros. Aquél que logre sacarme de este aburrimiento, podrá pedirme lo que desee.
Sus consejeros se miraron entre sí, emocionados por la oportunidad, pero también nerviosos. Cada uno pensaba en cómo podía entretener al rey.
El primero se presentó, un anciano sabio llamado Maharaj.
- Majestad, he traído un grupo de bailarinas que ejecutan una danza ancestral - dijo con orgullo.
Las bailarinas comenzaron a moverse, pero el rey bostezó mientras pasaban por su lado.
- ¡Siguiente! - exclamó el rey, desilusionado.
El segundo consejero, un músico talentoso, subió al escenario.
- Mi rey, les traeré la melodía más hermosa. Mi lira encantará tus sentidos.
El músico tocó una hermosa canción, pero el rey cerró los ojos y, al cabo de unos minutos, se quedó dormido.
- ¡Ay! - se lamentó el músico. - ¡Siguiente!
Finalmente, un joven llamado Ravi dio un paso al frente. Tenía una mirada decidida.
- Majestad, yo tengo un plan diferente - dijo Ravi.
- ¡Cuéntame! - ordenó el rey, intrigado por la seguridad en la voz del chico.
- Propongo una aventura. Regresemos a lo simple, a lo que realmente importa: la naturaleza y la amistad. Vayamos a explorar el bosque juntos, lejos de estos muros dorados.
El rey se rascó la cabeza, dudando.
- ¿Aventura? Hmmm, pero... ¿y si hay peligros?
- ¡Pero también hay maravillas! - interrumpió Ravi. - Conoceremos nuevos amigos y aprenderemos cosas increíbles. ¡Por favor, majestad! Te prometo que no te aburrirás.
El rey, arrastrado por la curiosidad y el entusiasmo de Ravi, accedió. Hicieron los preparativos y se montaron en sus caballos, partiendo hacia el bosque.
Al entrar en el bosque, el rey quedó maravillado por los colores y sonidos. Pajaritos cantaban, flores de todos los colores adornaban el camino, y una brisa suave acariciaba su rostro.
Pero pronto encontraron un obstáculo: un arroyo que se había desbordado y cortaba el camino.
- ¡Oh no! - exclamó el rey, preocupado. - ¿Ahora qué haremos?
Ravi, sin perder la calma, observó el flujo del agua y tuvo una idea.
- Majestad, podemos construir un puente de troncos. Con unir las ramas y algunos lazos de cuerda, podremos cruzar.
El rey sonrió; había olvidado cómo era trabajar con sus manos. Juntos, recolectaron troncos y se pusieron a trabajar. Al poco tiempo, construyeron un puente y lograron cruzar.
- ¡Ves! Esto es emocionante - exclamó el rey, sintiéndose más vivo que nunca.
Continuaron su camino y encontraron un grupo de niños, jugando con una pelota de trapo. El rey, movido por la alegría, se unió a ellos.
- ¡Puedo jugar también! - dijo el rey, riendo mientras corría tras la pelota.
Los niños, encantados, le mostraron cómo jugar y el rey se sintió como uno de ellos.
El día pasó entre risas, juegos y descubrimientos. Aprendieron sobre plantas, cantaron canciones, e incluso se fabricaron sombreros de hojas.
Al caer la tarde, el rey se sentó en una piedra, feliz y cansado, observando el atardecer.
- Nunca pensé que podría sentir tanta alegría - dijo el rey, mirando a Ravi. - Gracias a ti, he descubierto un mundo que había olvidado.
Ravi sonrió y le respondió:
- Majestad, a veces lo más simple es lo que más vale. Siempre hay algo valioso en el mundo que nos rodea, solo hay que saber mirarlo.
Al regresar al palacio, el rey ordenó un festín en honor a Ravi, quien había cambiado su visión del mundo.
- Y ahora, ¿qué deseas como recompensa? - preguntó el rey.
- Deseo que todos en el reino puedan disfrutar de aventuras como esta - respondió Ravi, con una sonrisa.
El rey, conmovido, proclamó que a partir de ese día, habría días de aventura en el palacio y en toda la comunidad. El aburrimiento fue reemplazado por alegría y nuevas experiencias, y el rey ya no fue infeliz.
Desde entonces, el palacio se transformó en un lugar de risas y exploración, donde todos aprendían a disfrutar de las pequeñas maravillas de la vida. El rey, aunque había sido poderoso, descubrió que la verdadera grandeza estaba en compartir momentos inolvidables con los demás. Así, el rey ya no estaba aburrido y su corazón se llenó de felicidad, rodeado de amigos y nuevas aventuras.
FIN.