La Aventura del Saludo Mágico



En un pequeño pueblo llamado Sonrisas, la gente iba y venía, pero había algo que todos notaron: ya no se saludaban como antes. La costumbre de decir —"hola"  había desaparecido. La vida en Sonrisas se volvía cada vez más gris. Un día, Clara, una niña curiosa con una gran sonrisa, decidió que eso debía cambiar.

Un soleado día de primavera, Clara caminaba por la plaza del pueblo cuando encontró a su mejor amigo, Tomás, sentado en un banco, mirando al suelo.

"¿Qué te pasa, Tomás?" - preguntó Clara.

"Nadie me saluda, y eso me hace sentir solo" - respondió Tomás con tristeza.

Clara pensó que quizás, si todos se saludaran nuevamente, la gente se sentiría mejor. Entonces, se le ocurrió una idea.

"¡Hagamos un concurso! Un concurso del saludo más original de Sonrisas. ¡El ganador recibirá una sorpresa!"

"¿Y cómo lo haríamos?" - preguntó Tomás, levantando un poco la mirada.

"¡Simple! Haremos carteles por todo el pueblo invitando a todos a participar. Y el sábado, cuando sea el día del concurso, cada uno mostrará su saludo" - respondió Clara con entusiasmo.

Tomás asintió, un destello de esperanza iluminó su rostro. Juntos, comenzaron a trabajar en los carteles, decorándolos y escribiendo: "¡Participá en el Gran Concurso del Saludo!".

Cuando los carteles fueron colocados por toda la plaza y en cada rincón del pueblo, los habitantes comenzaron a murmurar.

"¿Un concurso de saludos?" - preguntó la señora Rosa, la panadera.

"¿De qué se trata?" - inquirió Lucas, el cartero.

A medida que se acercaba el gran día, el pueblo empezó a sentir curiosidad y también un poco de alegría. Clara y Tomás estaban emocionados. El último día antes del concurso, decidieron practicar sus saludos.

"Yo voy a saludar como un robot" - dijo Tomás, imitando un pitido.

"¡Y yo como un superhéroe!" - exclamó Clara, levantando un brazo.

El sábado, el pueblo estaba lleno de vida. La plaza se llenó de habitantes, niños y adultos, todos dispuestos a mostrar su saludo. Mientras esperaban que comenzara el concurso, Clara miró a su alrededor y vio a la gente sonriendo y hablando entre sí.

"Mirá, Tomás. ¡La gente está saludándose!"

"Sí, parece que nuestra idea está funcionando" - respondió Tomás, con una gran sonrisa.

Finalmente, el jurado, compuesto por los más ancianos del pueblo, dio inicio al concurso.

"¡Que comience el Gran Concurso del Saludo!" - anunció el abuelo Juan, emocionado.

Desde una abuela que saludaba como una ola del mar, hasta niños que imitaban animales, cada saludo era más creativo que el anterior.

Después de todas las presentaciones, el jurado deliberó.

"Todos hicieron un increíble trabajo, pero el saludo más original ha sido el de Clara, que ha inspirado a todos. ¡Por eso, se lleva la sorpresa!" - anunció la abuela María.

Clara no podía creerlo.

"¡Sí! ¿Cuál es la sorpresa?" - preguntó emocionada.

"Has ganado un viaje a la Gran Feria de la Amistad, donde podrás conocer otros saludos de distintas partes del mundo" - dijo el abuelo Juan.

"¡Qué increíble!" - gritó Clara.

"Pero la verdadera sorpresa es lo que hemos logrado juntos. Miren alrededor: la gente está feliz y se saludan de nuevo. Esa es la mejor recompensa de todas" - agregó Tomás.

El concurso fue un gran éxito y a partir de ese día, el pueblo de Sonrisas volvió a llenarse de alegres saludos. Clara, Tomás y todos los habitantes comprendieron que un simple —"hola"  podía cambiar el día de alguien.

Desde entonces, al cruzarse por las calles, todos no olvidaron decir, de corazón:

"¡Hola!"

Y así fue como el pequeño pueblo de Sonrisas volvió a ser un lugar lleno de sonrisas y de saludos, donde cada día era una nueva oportunidad para conectar con los demás. Y todo comenzó con una simple idea: la magia del saludo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!