La Aventura del Sol Encerrado
Era un día radiante en el reino de Felicilandia, donde el cielo siempre parecía sonreír. Marco, un niño príncipe de cabellos dorados y ojos brillantes, se asomó por la ventana de su castillo. Pero algo no estaba bien. El sol, su amigo que lo llenaba de luz y energía, había desaparecido.
"- ¡Tito!" gritó Marco, corriendo al jardín donde su fiel compañero, un valiente conejo guerrero llamado Tito, estaba haciendo ejercicio.
"- ¿Qué sucede, Marco?" preguntó Tito, estirándose y mostrando su musculoso bracito.
"- ¡El sol ha desaparecido! Una bruja lo ha encerrado en un bote y se lo llevó a una cueva oscura. ¡Debemos rescatarlo!"
"- ¡Vamos, amigo!" chasqueó Tito, listo para la aventura. Juntos, partieron hacia la cueva, un lugar que todos en el reino decían estaba lleno de sombras y secretos.
Mientras caminaban, se encontraron con diferentes obstáculos. Primero, un río caudaloso. Marco frunció el ceño.
"- No puedo nadar, Tito."
"- ¡No te preocupes!" exclamó Tito, mostrándole una ramas largas. "- Hagamos un puente. ¡Usando nuestro ingenio podemos cruzar!" Así lo hicieron, creando un camino con ramas y piedras, riendo mientras saltaban al otro lado.
Luego, encontraron un denso bosque de árboles retorcidos. De repente, un árbol con una máscara asustó a Marco.
"- ¡Ay! ¿Qué es eso?" gritó.
"- No es un monstruo, es sólo un árbol que se siente solitario. ¡Hablemos con él!" propuso Tito. Al acercarse, el árbol explicó que lo había asustado para que no lo cortaran. Marco y Tito le prometieron que serían amigos, y el árbol, emocionado, les dio dirección hacia la cueva.
Cuando finalmente llegaron a la cueva, un aire frío y oscuro los rodeó. Al entrar, se encontraron con la bruja, una figura alta y encapuchada, que sonreía de manera siniestra.
"- ¿Quiénes se atreven a entrar en mi cueva?" preguntó la bruja con una voz escalofriante.
"- ¡Nosotros! Venimos a liberar al sol que has encerrado en un bote!" respondió Marco, temblando pero decidido.
"- ¡Nunca lo podrán hacer!" gritó la bruja, y de repente, se transformó en un monstruo con tentáculos que se movían de manera amenazante.
"- ¡Rápido, Tito! Debemos usar nuestra astucia!" gritó Marco.
"- Yo le lanzarè un hechizo, ¡dame tu mano!" Tito cerró los ojos y comenzó a recitar una última bravura mientras Marco sostenía su mano. Las luces comenzaban a envolverlos.
El monstruo se detuvo y confundido preguntó: "- ¿Qué hacen, pequeños?"
"- Estamos llenos de amistad y valentía!" dijo Marco con firmeza.
"- Si liberan al sol, entonces puede tener más calor y luz, y eso muestra la belleza de la amistad. ¡Ahora, ¡démosle una lección!" Les dijo la bruja enfurecida.
"- ¡No necesitamos magia oscura!" exclamó Tito, y mientras la bruja intentaba atraparlos con sus tentáculos, Marco y Tito, con una acrobacia inesperada, lograron esquivarlos todos.
Finalmente, con mucha valentía, Marco se acercó al bote y usando el poder de su corazón, lo abrió. ¡El sol salió brillando y llenó la cueva con su luz!
La bruja se sintió abrumada por la luz y, tocada por la valentía de los dos amigos, volvió a su forma original, una anciana que lloraba con tristeza.
"- No quería hacer esto, estaba sola y con miedo. Si me enseñan lo que es la amistad y la luz, no volveré a hacer cosas malas!"
"- Ven, te mostraremos" dijo Marco, extendiendo su mano. Tito asintió.
Esa fue la aventura que unió al príncipe Marco, al guerrero Tito y a la antigua bruja en una inesperada amistad que brillaría más que el sol mismo. Juntos regresaron al reino, donde el sol regresó para siempre, y cada día, la luz del sol recordaba a todos sobre el poder de la amistad y el valor. Desde ese día, la cueva fue un lugar de alegría, donde cada vez que alguien se sentía solo, podía venir y recordarle a la bruja el valor de la luz que traía la unión.
Y así, Marco y Tito siguieron viviendo aventuras, enseñando lecciones sobre la valentía, la amistad y la importancia de nunca rendirse ante la oscuridad, porque siempre hay una luz a seguir, y si se necesita, siempre hay un amigo que ayudará a encontrarla.
FIN.