La Aventura del Tesoro Escondido
Era un día soleado en Alcorcón, y los estudiantes de la clase 4°D del colegio Amor de Dios estaban emocionados por una nueva aventura. La tutora, Leire, decidió hacer algo especial para despedir el curso. Les dijo a sus alumnos:
"¡Chicos! Hoy haremos una búsqueda del tesoro en el parque. Cada pista los llevará a la siguiente. ¡Estén atentos!"
Los alumnos saltaron de felicidad. Aunque sabían que se acercaba el final del año escolar, estaban listos para disfrutar ese momento. Al llegar al parque, Leire repartió las primeras pistas.
La primera pista decía: "El lugar donde siempre nos sentamos a almorzar, ahí encontrarás la primera parte de este lugar especial".
"¡Vamos! ¡Es en la mesita del picnic!", gritó Lía, la más entusiasta del grupo.
Corrieron hacia las mesas y encontraron un pequeño cofre. Al abrirlo, vieron una nueva pista que decía: "Detrás del árbol más grande, hay un regalo que siempre nos hace reír".
"¡Es el árbol de Matías!"
"Sí, ahí siempre nos contamos chistes", contestó Tomás mientras todos reían.
Al llegar al árbol, encontraron una serie de tarjetas con los chistes más graciosos de la clase. Después de compartir risas, Lía encontró otra pista: "Donde las aves cantan y los sueños vuelan, ahí está el tesoro que buscan con empeño".
"¡Es el lago!" exclamó Lía.
"¿Y si hay patos?", preguntó Javier con un guiño.
El grupo se dirigió al lago, y justo en la orilla, encontraron una caja antigua. Al abrirla, encontraron un mapa y unos accesorios de pirata, como un sombrero y un parche de ojo.
"¡Nos convertimos en piratas!", dijo Lía entusiasmada.
"¿Y si seguimos el mapa?", sugirió Tomás.
El mapa los llevaba más allá del lago, hasta un pequeño montículo cubierto de flores. Allí encontraron una nueva pista que decía: "La verdadera amistad será siempre el mayor tesoro".
"¿Y eso qué significa?", preguntó Javier, un poco confundido.
"Tal vez el verdadero tesoro somos nosotros, juntos", reflexionó Leire, quien había estado observando la diversión desde el costado.
Esto hizo pensar a los chicos. En ese instante, sintieron que aunque el año escolar estaba terminando, su amistad seguiría intacta.
Al final de la búsqueda, encontraron un pequeño cofre lleno de caramelos y notas que cada uno de ellos había escrito, donde expresaban lo que más les había gustado del año.
"¡Esto es increíble!", dijo Lía mientras disfrutaba de un caramelo.
"Sí, y yo me voy a llevar esto como recuerdo", agregó Matías mientras guardaba su nota.
Leire, emocionada, dijo:
"Chicos, cada uno de ustedes es especial y ha aportado algo único a esta clase. Este tesoro es solo un símbolo de lo que hemos construido juntos. ¡Nunca olviden lo que han aprendido y lo importantes que son entre ustedes!"
Con abrazos y sonrisas, los chicos sabían que aunque el curso terminaba, su amistad era eterna. Y así, regresaron a sus casas con el corazón lleno de alegría y el deseo de reencontrarse en el próximo año escolar.
FIN.