La aventura del Triceratops bebé



Un día, mientras jugaban en su habitación, Bartolomé y Hipólito encontraron un extraño portal en la pared. Sin pensarlo dos veces, se metieron dentro y se encontraron transportados a una selva prehistórica.

- ¡Wow! Mirá Barto, hay dinosaurios por todas partes - exclamó Hipólito emocionado. - Sí, son enormes y asustan un poco - respondió Bartolomé con miedo. De repente, apareció un Tiranosaurio Rex que los persiguió hasta que encontraron una cueva donde se escondieron.

Allí descubrieron algo increíble: había un huevo de dinosaurio abandonado. Los niños decidieron cuidarlo para ver qué salía de él. Pasaron los días y el huevo comenzó a moverse cada vez más hasta que finalmente se rompió.

De adentro salió un pequeño Triceratops bebé que parecía perdido sin su mamá. Los hermanos decidieron ayudar al pequeño dinosaurio a buscarla. - Tenemos que encontrar a su mamá lo antes posible o podría estar en peligro - dijo Bartolomé decidido.

Después de mucho caminar por la selva prehistórica, llegaron al territorio de los gigantescos Diplodocus. Allí vieron a la mamá del pequeño Triceratops atrapada entre las ramas de los árboles altos.

Con valentía y astucia lograron liberarla y llevarla junto a su hijo recién nacido. Los dinosaurios estaban muy contentos por la ayuda brindada por los niños humanos y les regalaron una pluma multicolor como agradecimiento.

Con la pluma, los hermanos pudieron volver a casa y contarles a sus padres su increíble aventura en la prehistoria. Desde ese día, Bartolomé y Hipólito aprendieron sobre el valor de ayudar a otros, incluso si son diferentes a ellos.

Además, descubrieron que no hay nada más poderoso que la imaginación para vivir grandes aventuras.

FIN.

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