La Aventura del Zorro, la Rana y la Paloma



En un remoto rincón de la selva profunda, donde los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo, vivía un zorro astuto llamado Zuri, una rana curiosa llamada Ribera y una paloma mensajera llamada Pía. Aunque eran diferentes, se unieron por su amor a la aventura y la curiosidad por explorar el mundo que los rodeaba.

Un día, mientras disfrutaban de un bello día soleado, Zuri dijo:

"¡Chicos, tengo una idea! ¿Por qué no vamos a buscar el misterioso Lago Espejo? Dicen que tiene el poder de mostrarte tu verdadero yo."

Ribera, que siempre había soñado con ver ese lago, brincó de emoción:

"¡Sí! ¡Eso suena genial! He oído leyendas sobre lo mágico que es."

Pía, que volaba cerca, se unió a ellos:

"Yo he escuchado que hasta se pueden ver reflejos de nuestros sueños más profundos. ¡Vamos!"

Sin perder tiempo, los tres amigos comenzaron su travesía. A medida que avanzaban, el camino se volvía más intrincado y lleno de sorpresas. Cruzaron ríos que murmuraban secretos, se deslizaron por piedras cubiertas de musgo y se maravillaron con flores que brillaban en mil colores.

Después de un largo camino, llegaron a una colina desde donde pudieron ver el lago. Era un lugar impresionante, el agua era tan clara que parecía un espejo gigante. Estaban a punto de acercarse cuando Zuri notó algo extraño.

"Chicos, ¿ven esa sombra oscura en el agua? No quiero ser alarmista, pero parece que hay algo ahí debajo."

Ribera miró atentamente y, con su voz suave, preguntó:

"¿Qué haremos? Tal vez sea un peligro..."

Pía, en su vuelo, observó que la sombra se movía y no era una simple piedra. Con valentía, decidió acercarse para investigar.

"Voy a ver qué hay ahí. Quizás sea algún amigo que necesita ayuda."

Y así, Pía voló cerca de la sombra. Para sorpresa de todos, era un gran pez con escamas brillantes, pero parecía atrapado entre algunas algas.

"¡Hola! Necesito ayuda, estoy atrapado aquí. Te prometo que no soy peligroso."

Zuri, sintiendo que había que actuar rápidamente, dijo:

"¡Vamos, amigos! Esto es lo que hace un verdadero amigo: ayudar a quien lo necesita."

Ribera saltó con decisión y, junto a Zuri, trabajaron en equipo para liberar al pez de las algas. Mientras lo hacían, el pez, que se llamaba Nilo, les agradeció con una sonrisa.

"¡Gracias! Porque me ayudaron, les concederé un deseo a cada uno de ustedes en el Lago Espejo."

Los tres amigos estaban asombrados. Cuando el pez se liberó, comentó:

"Ahora, vengan al lago, pero recuerden lo que aprendieron hoy: la verdadera valentía es ayudar a los demás."

Al llegar al lago, cada uno se asomó al agua. Ribera vio su reflejo y deseó ser más valiente. Zuri deseó siempre tener la astucia necesaria para ayudar a otros. Pía, finalmente, deseó poder ser el vínculo entre todos los amigos del bosque.

El lago brilló con mil colores y, de pronto, un suave viento los rodeó. En ese momento, entendieron que los deseos no estallan en magia; eran aprendizajes que llevaban en su corazón.

"Esto ha sido una aventura increíble," dijo Zuri.

"Sí, y más valiosa que cualquier deseo mágico que se pudiera conceder," agregó Ribera.

Pía sonrió mientras observaba el hermoso paisaje que los rodeaba:

"Juntos, somos más fuertes y valientes. Nunca olvidemos la importancia de la amistad y de ayudar a los demás."

Y así, los tres amigos regresaron a casa, llenos de historias, enseñanzas y, sobre todo, fortalecidos por la amistad que los unía. Desde ese día, se convirtieron en los guardianes de la selva, siempre listos para ayudar a quienes lo necesitaban. Fin.

FIN.

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