La Aventura en Alcaudete de la Jara
Alba y Carla, dos amigas inseparables, estaban entusiasmadas por su nueva aventura. Al llegar a Alcaudete de la Jara, la plaza estaba llena de vida. Alimentados por la curiosidad, decidieron explorar lo que el pueblito tenía para ofrecer.
"Mirá, hay un festival!" exclamó Carla mientras veía un colorido desfile de disfraces. Alba, con su curiosa mirada de robot, comenzó a captar cada detalle con su cámara integrada.
Mientras avanzaban, notaron que un grupo de niños estaba tratando de armar una gran figura de papel maché, pero parecían un poco desorganizados.
"¿Querés ayudarlos?" propuso Alba, emocionada por la idea de hacer algo divertido.
"¡Sí! Me encanta el arte. Vamos!" respondió Carla.
Se acercaron y se presentaron. Los niños, al ver a Alba, se sorprendieron, pero rápidamente la incluyeron en su juego.
"Tenemos que hacer el pescado más grande del mundo para el festival, pero no sabemos cómo", dijo un niño llamado Tomás, con una expresión triste.
"No se preocupen, podemos hacer un plano y trabajar en equipo para construirlo!" sugirió Carla.
Así, las cuatro amigas se pusieron manos a la obra. Alba, con su capacidad para calcular medidas, y Carla, con su creatividad, diseñaron un paso a paso que todos los niños siguieron. A medida que trabajaban juntos, los niños comenzaron a animarse, compartiendo risas y anécdotas mientras el proyecto iba tomando forma.
"¡Es impresionante lo rápido que avanza!" exclamó Tomás, mientras veían el gran cuerpo del pescado comenzando a emerger. Carla sentía que esa nueva amistad se estaba fortaleciendo, y Alba estaba feliz de ver a todos disfrutar.
De repente, un fuerte viento sopló y un trozo del papel maché se despegó volando.
"¡No! ¡El pez!" gritaron todos juntos.
"Tranquilos! Podemos atraparlo!" dijo Alba mientras extendía su brazo robótico, listo para atrapar el papel que se alejaba. Pero, para sorpresa de todos, el viento se lo llevó a un árbol cercano.
"No se puede bajar con una escalera, pero yo puedo!" dijo Carla con determinación. Se subió al tronco del árbol y, con la astucia que la caracteriza, logró asegurarse de que el pez no se escapara más.
Una vez de vuelta en la plaza, continuaron con su idea de construcción. Cuando el pescado estuvo listo, todos los niños gritaron de alegría. Era un hermoso pez de colores que representaba la unión y la alegría del pueblo.
"¡Lo logramos!", aullaron los niños, abrazando a Carla y a Alba.
El día del festival, llegó la hora de mostrar su creación al público. La plaza vibraba de energía. Al ver su pez en el centro, todos aplaudieron y celebraron.
"Nunca pensé que podría construir algo tan asombroso", dijo Tomás con una gran sonrisa.
"La mejor parte fue hacer nuevos amigos", agregó Carla.
"Y trabajar juntos, aunque algunos seamos diferentes", concluyó Alba, mirando a sus nuevos amigos con cariño.
De regreso a su casa, Carla y Alba sabían que no solo habían disfrutado de un gran festival, sino que habían aprendido que la colaboración y la amistad son las mejores herramientas para cualquier aventura.
FIN.