La Aventura en el Aeropuerto
Era un día soleado cuando Alfonso, Valentina, Pedro, Leo y Lila se encontraron en la sala de espera del aeropuerto. Cada uno de ellos tenía un destino diferente: Alfonso iba a la montaña, Valentina al mar, Pedro a la selva, Leo a la ciudad y Lila al bosque. Pero el destino tenía otros planes y una gran aventura los esperaba.
- ¡Hola! - saludó Valentina, viendo a Alfonso observar un enorme mapa del aeropuerto.
- Hola. Estoy tratando de entender dónde está mi puerta de embarque - respondió Alfonso.
Mientras tanto, Pedro estaba sentado con su celular, buscando cosas interesantes para hacer en la selva.
- ¡Miren! - exclamó Pedro. - En la selva hay un festival de luces. ¡Deberíamos ir a verlo!
- Pero… ¿cómo podríamos ir? - preguntó Leo, curioso.
- Aún no sé, pero seguro tiene que haber una forma - añadió Lila, emocionada.
Entonces, Alfonso, Valentina, Pedro, Leo y Lila decidieron que juntos podían explorar el aeropuerto en busca de pistas que los llevaran a una aventura.
Mientras paseaban, se dieron cuenta de una exposición sobre diferentes culturas del mundo.
- ¡Miren! - gritó Valentina. - Hay un stand de África. ¡Deberíamos ir a ver esos máscaras tan geniales!
Cuando se acercaron, encontraron un cartel que decía: "Participa en nuestro juego y gana un viaje a África".
- ¡Eso suena genial! - dijo Leo. - ¡Podríamos ganar un pasaje!
- Pero, ¿cuál es el juego? - preguntó Lila, intrigada.
Un señor vestido con una túnica africana se acercó a ellos y explicó:
- Para ganar, tienen que resolver tres acertijos. Cada respuesta correcta los acercará más a su destino. ¿Están listos?
- ¡Sí! - gritaron todos al unísono.
El primer acertijo fue: "Soy un animal que vive en la selva, me arrastro en el suelo y soy conocido por mi veneno. ¿Quién soy?".
- ¡Una serpiente! - respondió Alfonso rápidamente.
- Correcto - sonrió el señor. - Ahora el segundo acertijo: "En la selva, su canto es melodío y es un ave colorida. ¿Quién es?"
- ¡Un loro! - contestó Lila, emocionada.
- Muy bien. Y ahora el último: "Soy un árbol que da frutos de mil colores y se encuentra en los mercados de todo el mundo. ¿Quién soy?"
- ¡El manguito! - exclamó Valentina.
El señor aplaudió.
- ¡Han ganado un viaje a África! Pero hay un pequeño detalle: deben compartirlo con otros, como sus amigos de aquí.
- ¡Eso suena divertido! - dijo Pedro, con una gran sonrisa.
Pero cuando pensaron que todo estaba resuelto, un anuncio sonó por los parlantes del aeropuerto.
- Atención, pasajeros: se ha perdido un niño en el aeropuerto. Necesitamos ayuda para encontrarlo.
Alfonso miró a sus amigos, y decidieron ayudar a buscar al niño.
- ¿Dónde lo han visto por última vez? - preguntó Lila a un asistente.
- En la zona de juegos para niños - respondió él.
Corrieron hacia la zona de juegos. Al llegar, vieron a un niño, sollozando, mirando un enorme avión de juguete.
- ¡Hola! - dijo Leo. - ¿Estás perdido?
- Sí, no puedo encontrar a mis papás - respondió el niño, entre lágrimas.
- No te preocupes, nosotros te ayudaremos - dijo Valentina. - ¿Cómo te llamas?
- ¡Me llamo Tomás! - dijo el niño, secándose las lágrimas.
- ¿Nos puedes dar alguna pista sobre ellos?
- Sí, creo que estaban en la tienda de dulces.
Alfonso, Valentina, Pedro, Leo y Lila decidieron acompañar a Tomás a la tienda de dulces, mientras contaban historias sobre sus propias aventuras.
- Una vez fui a la montaña y conocí un caballero que me regaló un mapa del tesoro - dijo Alfonso.
- Y yo una vez vi a un delfín en el mar - contó Valentina.
- ¡Yo quiero ver un delfín! - exclamó Tomás, animándose.
Finalmente, llegaron a la tienda y allí estaban los papás de Tomás, que lo abrazaron con alegría.
- ¡Gracias! No sabemos qué habríamos hecho sin ustedes - dijo su madre, emocionada.
- ¡Fue una aventura increíble! - exclamó Pedro.
- Y gracias a Tomás, quizás nos animemos a ir a África juntos a ver todos esos lugares geniales - añadió Lila.
Alfonso, Valentina, Pedro, Leo, Lila y Tomás, se despidieron de la sobrina del señor africano y le prometieron que se verían de nuevo en la selva. Después de todo, la vida estaba llena de aventuras, solo había que estar abiertos a ellas.
- ¡Hasta pronto! - gritaron todos mientras el avión despegaba hacia nuevas aventuras.
FIN.