La Aventura en el Aula de la Obediencia



Era un hermoso día soleado en el Bosque Alegre, donde vivían cinco amigos muy especiales: Roco, la rana; Gato, el astuto; Lila, la tortuga; Paco, el loro; y Nora, la pequeña ratona. Un día decidieron que sería divertido asistir a una clase en la Escuela del Bosque, un lugar donde los animales aprendían cosas nuevas.

Al llegar, Roco, que siempre era el más entusiasta, dijo: "¡Miren, amigos! ¡Este va a ser el mejor día de todos!"

Gato, que era un poco más escéptico, respondió: "Claro, pero deben escuchar a la maestra. No quiero que nos regañen."

"¿Regañarnos? ¡Para nada! Solo tenemos que divertirnos!" dijo Roco, mientras se acercaba a la ventana.

Dentro del aula, la maestra, la sabia búho Doña Ágatha, les explicó cuáles serían las reglas del aula. "Hoy aprenderemos sobre el trabajo en equipo y la importancia de la obediencia. Tienen que escucharme y respetar las normas," dijo con su voz serena.

"¿Obediencia? ¿Qué aburrido!" murmuró Gato para sí.

Pero al cabo de unos minutos, los amigos se dieron cuenta de que cada regla tenía su sentido. Por ejemplo, una de las reglas decía que debían trabajar juntos para completar un proyecto. "Esto es para que aprendan a colaborar," explicó Doña Ágatha.

A medida que avanzaba la clase, Roco se puso un poco inquieto. Al ver que la tarea era complicada y requería concentración, el saltador no pudo resistir y, moviéndose por el aula, dijo: "¡Vamos! ¡Divirtámonos con esta clase!"

Gato, que quería impresionar a los demás, se unió a Roco y, mientras todos intentaban seguir las reglas, comenzó a hacer piruetas y a hacer ruido.

"¡Chicos, eso no está bien! Tenemos que escuchar a la maestra!" gritó Lila, la tortuga, mientras trataba de concentrarse en su tarea. Pero sus palabras fueron ignoradas.

De repente, Doña Ágatha decidió intervenir: "Gato, Roco, ¿pueden venir aquí, por favor?"

Los dos amigos se acercaron con un poco de nervios. Ella les explicó que desobedecer las reglas no solo interrumpía a los otros, sino que también les hacía perder la oportunidad de aprender. "La obediencia a las reglas es fundamental para el respeto y la armonía en el aula. ¿Quieren que el resto de sus amigos puedan estudiar tranquilos?"

Roco y Gato se miraron y asintieron.

"¡Lo siento! No pensé que eso molestara a los demás!" dijo Roco apenado.

"Yo tampoco, no quise desordenar todo. Prometemos que seremos buenos a partir de ahora," agregó Gato mientras bajaba la mirada.

Doña Ágatha sonrió y les dijo: "Eso está muy bien. Para aprender, a veces hay que ser obedientes. Ahora, ¿quieren ayudarnos a mostrar cómo trabajar en equipo?"

Roco y Gato, aunque un poco avergonzados, regresaron a su lugar. Junto a Lila, Paco y Nora, comenzaron a organizar su proyecto. Todos colaboraron.

Poco tiempo después, el aula se llenó de risas y buenos momentos. Trabajaron juntos, respetando las ideas de cada uno. Finalmente, presentaron un hermoso mural que decoraba la pared de la aula.

"¡Lo logramos!" exclamó Nora emocionada.

"¡Esto es lo mejor de todo!" gritó Roco saltando de alegría.

"Gracias, Doña Ágatha, por guiarnos," añadió Lila.

Al final del día, todos aprendieron una lección valiosa. Gato y Roco se dieron cuenta de que la obediencia no era aburrida si la hacían juntos como un equipo.

"Entendí que escuchar es importante. ¡Prometo ser más obediente!" expresó Gato.

"Y yo también," dijo Roco, "porque juntos podemos lograr cosas increíbles!"

Así, los cinco amigos se despidieron de la escuela, no solo con una gran obra de arte, sino con el importante aprendizaje de que la obediencia y el trabajo en equipo los podía llevar lejos.

Desde entonces, se hicieron los mejores estudiantes del Bosque Alegre y siempre recordaron que, aunque a veces parece aburrido, seguir las reglas hace que todos se diviertan y aprendan en armonía.

FIN.

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