La Aventura en el Bosque



Era un hermoso día en el bosque y Caperucita Roja caminaba alegremente. Su gran amigo, el Lobo, la acompañaba.

"¿A dónde vamos hoy, Caperucita?" - preguntó el Lobo con una sonrisa.

"A visitar a mi abuela, que me espera con unas galletitas riquísimas" - respondió Caperucita mientras brincaba.

Sin embargo, en el bosque, había un cazador que tenía la mala idea de que todos los lobos eran feroces y temibles. Este cazador, al ver de lejos a Caperucita y el Lobo juntos, se frunció el ceño.

"¡Ese lobo no puede estar cerca de una niña!" - dijo el cazador para sí mismo, mientras escondía su escopeta. "No puedo dejar que se escapen…"

Pero el Lobo, que tenía el corazón lleno de bondad, no quería que Caperucita tuviera miedo. Así que dijo:

"No te preocupes, Caperucita. Mi única intención es cuidarte. Vamos rápido a casa de tu abuela."

Mientras caminaban, de repente escucharon el crujir de las ramas. Caperucita se detuvo.

"¿Qué fue eso?" - preguntó, un poco asustada.

"No te preocupes, seguramente es solo un pájaro" - respondió el Lobo, tratando de calmarla. Pero el ruido se hizo más fuerte y, de pronto, apareció el cazador.

"¡Alto ahí!" - gritó el cazador, apuntando al Lobo.

Caperucita se asustó.

"¡No! ¡No le hagas daño! Es mi amigo" - suplicó, entre lágrimas.

El Lobo se acercó lentamente al cazador.

"Por favor, entiende. No soy un lobo feroz. Solo quiero ser amigo de Caperucita y ayudarla a llegar a su abuela" - dijo sinceramente, mostrando que no tenía intención de luchar.

El cazador lo miró, dudando. Pero su prejuicio lo hizo mantenerse firme.

"No puedo confiar en un lobo" - aseguró, con una mueca.

Entonces, Caperucita tuvo una idea brillante.

"¡Espera! Si me dejas a mí hablar, tal vez puedas conocer al Lobo mejor."

El cazador frunció el ceño, pero accedió porque era una niña gentil.

"Está bien, hablaré" - dijo, bajando su arma.

Caperucita se acercó al Lobo y le dijo:

"Lobo, cuéntale al cazador una historia sobre ti. Así podrá conocerte."

El Lobo asintió y comenzó:

"Hay una historia en el bosque sobre cómo ayudé a una familia de conejitos que se habían perdido. Los guié de vuelta a su hogar en una tormenta. Estoy aquí para proteger, no para hacer daño."

Mientras el Lobo contaba su historia, el cazador comenzó a recordar momentos en los que los animales lo habían ayudado y cómo a veces eran malinterpretados. Al escuchar con atención, se dio cuenta de que el Lobo no era como los demás lobos de sus historias.

"Quizás he sido muy duro con los lobos en general" - admitió el cazador, sintiéndose un poco avergonzado.

"Es fácil dejarse llevar por lo que se cree sin conocer la verdad" - dijo Caperucita. "Nosotros somos amigos. Solo venimos a ver a mi abuela, que te invitaría a merendar si quisieras.”

El cazador, aún dudando, agregó:

"¿Y si me gustaría alguna galletita?"

"¡ Eso lo podemos arreglar!" - respondió Caperucita, feliz.

Entonces, juntos, los tres continuaron su camino hacia la casa de la abuela, donde se reirían y disfrutarían de la merienda.

Al llegar, la abuela los recibió con dulzura:

"¡Qué bonito verlos juntos!" - sonrió la abuela, sin saber lo que había pasado.

Después de la merienda, el cazador se despidió, prometiendo que primero buscaría entender antes de juzgar nuevamente.

"Gracias por dejarme ver a los lobos de una manera diferente" - dijo mientras se alejaba.

Caperucita y el Lobo miraron al cazador marcharse con una sonrisa.

"Hoy aprendimos que no hay que juzgar a nadie por su apariencia" - dijo Caperucita, abrazando al Lobo.

"Y que un buen amigo siempre estará a nuestro lado, sin importar lo que digan los demás" - terminó el Lobo.

Y desde aquel día, el bosque fue un lugar más armonioso, donde todos, incluidos los lobos y los cazadores, podían vivir en paz y compañerismo. Siempre aprendiendo a ser mejores.

FIN.

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