La Aventura en el Bosque



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Verde, tres hermanos llamados Juan, Pedro y Lucas. Los tres trabajaban juntos en la granja familiar, donde cultivaban hortalizas y criaban animales. Cada mañana, se despertaban temprano y se ayudaban mutuamente a realizar las tareas de la granja.

Un día, mientras Juan y Pedro estaban arreglando el establo, Lucas decidió que quería explorar el bosque que estaba cerca de su casa. Sabía que debía tener cuidado, pero la curiosidad era más fuerte que su prudencia.

-Los chicos, voy a dar una vuelta al bosque. Vuelvo enseguida -dijo Lucas, emocionado.

-¡Espera, Lucas! No te alejes demasiado, ¿eh? -le advirtió Juan, pero Lucas ya había salido corriendo.

Lucas, lleno de energía, se adentró en el bosque. Todo era tan hermoso: los árboles eran altos, las hojas brillaban con el sol y los pájaros cantaban alegres. Pero mientras más se adentraba, más se olvidaba del tiempo. Pronto se dio cuenta de que no sabía cómo volver.

-¡Oh no! ¿Dónde estoy? -exclamó Lucas, sintiendo que el temor comenzaba a apoderarse de él.

Mientras tanto, Juan y Pedro se dieron cuenta de que Lucas no había regresado y comenzaron a preocuparse.

-¿Dónde se habrá metido? Ya debería estar de vuelta -dijo Pedro, alarmado.

-No sé, pero vamos a buscarlo. No podemos quedarnos aquí -respondió Juan.

Los hermanos se pusieron en marcha, dirigiéndose hacia el bosque. Al llegar, comenzaron a llamarlo.

-¡Lucas! ¡Lucas! -gritaron al unísono.

No había respuesta. Mientras buscaban, se encontraron con una ardilla que parecía inquieta. Pedro se agachó y le habló con ternura.

-Mirá, amiguita. ¿Viste a nuestro hermano? Se llama Lucas -le preguntó.

La ardilla, muy curiosa, empezó a saltar en una dirección. Juan y Pedro decidieron seguirla, pensando que podría guiarlos hacia Lucas.

-¡Vamos, sigamos a la ardilla! -dijo Juan, esperanzado.

Mientras tanto, Lucas intentaba recordar el camino de regreso. Sentado sobre una piedra, notó que había un pequeño arroyo cerca. A él siempre le habían enseñado que los ríos llevan a los lugares donde hay gente, así que decidió seguir el curso del agua.

-¡Por favor, alguien, ayúdame! -gritó Lucas mientras caminaba, sin saber que sus hermanos estaban cerca.

Juan y Pedro llegaron al arroyo justo en el momento en que Lucas también se acercaba. De repente, los tres hermanos se encontraron.

-¡Lucas! -gritaron los hermanos, corriendo a abrazarlo.

-¡Qué bueno que los encontré! -dijo Lucas, aliviado, aunque un poco asustado.

-Te estábamos buscando, hermano. Nunca más te alejes así -dijo Pedro mientras lo abrazaba fuerte.

-¡Pero miren qué aventura me perdí! -exclamó Lucas, aún temblando un poco. Luego, añadiendo con una sonrisa: -Aunque creo que debería haber sido un poco más cuidadoso.

Juan, al ver que todo estaba bien, dijo:

-Sí, la curiosidad es buena, pero siempre hay que tener cuidado y no olvidarse de dónde estamos. ¿Aprendiste la lección?

-Sí, definitivamente. La próxima vez que quiera explorar, lo haré con ustedes -dijo Lucas, sintiéndose feliz de estar con sus hermanos.

Así, con Lucas a salvo, los tres hermanos comenzaron el camino de regreso a casa, aprendiendo que trabajar juntos y cuidar unos de otros era lo más importante.

Desde aquel día, Lucas nunca olvidó la aventura que vivió, pero sobre todo, la importancia de la familia y de ser responsables. Cada vez que algún curioso pasaba cerca del bosque, los tres hermanos sonreían, recordando aquella vez en que el bosque les enseñó una gran lección, sin importar lo emocionante que pareciera.

Y así, en Villa Verde, la granja siguió prosperando, mientras los tres hermanos se volvieron aún más unidos tras su aventura en el bosque.

FIN.

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