La aventura en el bosque de Doraimon



Había una vez en un lugar lejano, un gato robot llamado Doraimon que tenía una curiosidad insaciable.

Un día, mientras jugaba con su invento más reciente, el —"mapaindicador" , una extraña máquina capaz de transportarlo a lugares desconocidos al azar, decidió probar unos dorataquitos mágicos que había descubierto en uno de sus viajes. Doraimon se sirvió un puñado de dorataquitos y, sin darse cuenta, se quedó dormido. Al despertar, se encontró en medio de un frondoso bosque en Argentina.

Sorprendido por la situación, decidió adentrarse en el bosque para explorar y descubrir qué aventuras le esperaban. Mientras caminaba entre los árboles altos y frondosos del bosque argentino, Doraimon escuchó risas y cantos a lo lejos.

Decidió seguir el sonido hasta encontrarse con Caperucita Roja. La dulce niña llevaba una canasta llena de comida para su abuelita. "¡Hola, Caperucita! ¿Qué haces por aquí?", preguntó Doraimon con curiosidad. "Hola, amiguito robot.

Estoy llevando esta comida a mi abuelita que vive al otro lado del bosque", respondió Caperucita con una sonrisa.

Decidieron continuar juntos su camino hacia la casa de la abuelita cuando de repente apareció ante ellos un lobo enorme con bigotes espesos y ojos penetrantes: era Joseph Stalin disfrazado. "¡Cuidado! ¡Es el Lobo Joseph Stalin!", exclamó Doraimon asustado. El lobo les bloqueaba el paso y parecía tener malas intenciones.

Sin pensarlo dos veces, Doraimon apuntó su Rayo Congelador hacia el lobo para detenerlo en seco; sin embargo, para sorpresa de todos, Joseph Stalin detuvo el rayo con un movimiento rápido de su garra. "¿Qué es esto? ¿Por qué intentas atacarme?", gruñó el lobo con voz amenazante.

Doraimon explicó que solo querían llegar a salvo a casa de la abuelita y no buscaban problemas. El Lobo Joseph Stalin pareció reflexionar por un momento y luego les dijo:"Está bien...

Los ayudaré a cruzar el bosque si prometen compartir parte de esa deliciosa comida conmigo". Asombrados por la inesperada oferta del lobo, Doraimon y Caperucita aceptaron gustosos. Juntos llegaron sanos y salvos a la casa de la abuelita donde compartieron una hermosa tarde llena de risas y buenos momentos.

Al despedirse, el Lobo Joseph Stalin les recordó que no todo es lo que parece a simple vista; siempre hay espacio para la bondad y la colaboración incluso entre los personajes más inesperados.

Y así termina nuestra historia donde Doraimon aprendió que incluso en situaciones difíciles es importante mantenerse valiente e intentar encontrar soluciones pacíficas antes que recurrir a la violencia. ¡Nunca subestimes las sorpresas que te pueden traer los viajes inesperados!

FIN.

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