La Aventura en el Bosque de Naomi y Tomás
Era un hermoso día de primavera cuando Naomi, una niña curiosa de siete años, miró por la ventana y vio un bosque verde y frondoso no muy lejos de su hogar.
"¡Qué ganas de explorar ese bosque!" dijo Naomi a su hermano Tomás, que tenía cinco años y siempre estaba dispuesto a seguirla en sus aventuras.
"¿Podemos ir, hermana?" preguntó Tomás con ojos brillantes.
"Sí, pero debemos ser cuidadosos y no alejarnos demasiado. Nuestra mamá siempre dice que hay que cuidar de los demás" respondió Naomi mientras se ponía su gorra favorita y sus zapatillas.
Los dos niños, con el corazón lleno de emociones, salieron de su casa y se dirigieron al bosque. Los árboles eran altos y sus hojas susurraban con el viento. Al llegar, Naomi respiró hondo, sintiendo cómo el aire puro llenaba sus pulmones.
"Mirá, ¡hay mariposas!" exclamó Tomás mientras corría detrás de una mariposa colorida. Naomi lo siguió, riendo y disfrutando del momento.
De repente, mientras corrían, Tomás tropezó con una raíz y cayó al suelo.
"¡Au!" gritó, mientras se frotaba la rodilla.
"¡Tomás! ¿Estás bien?" dijo Naomi preocupada, acercándose rápido.
"Sí, sólo me duele un poco, pero no quiero volver a casa," dijo Tomás con valentía.
"Está bien, pero prometeme que iremos más despacio a partir de ahora," sugirió Naomi, apoyándolo para que se levantara.
Después de un rato de explorar y jugar, encontraron un pequeño arroyo. El agua era cristalina y podía verse la grava en el fondo.
"¡Mirá eso! Es como un tesoro escondido!" dijo Tomás con entusiasmo. Ambos comenzaron a jugar, saltando de piedra en piedra.
Mientras estaban distraídos, Naomi notó que una familia de patos nadaba cerca.
"¡Tomás, ven a ver!" gritó ella emocionada.
Al acercarse, notaron que uno de los patitos estaba separado del grupo. El pequeño pato intentaba llegar a su madre, pero no podía.
"Pobrecito, no puede cruzar solo," dijo Naomi con preocupación.
"¿Qué hacemos?" preguntó Tomás.
"Tendremos que ayudarlo", respondió Naomi con decisión.
Con cuidado, Naomi extendió su mano y, tras unos minutos de trabajo en equipo, logró guiar al patito hacia su madre.
"¡Lo hicimos!" dijeron ambos al unísono, saltando de alegría al ver cómo la familia de patos se reunía.
Luego, mientras se alejaban del arroyo, Naomi y Tomás encontraron un viejo árbol con una gran cavidad en su tronco. Al acercarse, vieron que había un nido lleno de pequeños pajaritos.
"¡Son tan lindos!" gritó Tomás.
"Sí, pero hay que dejarlos en paz, no debemos asustarlos," le recordó Naomi.
Ambos observaron a los pajaritos, aprendiendo que a veces es mejor disfrutar de la belleza sin interferir.
Con el sol comenzando a ponerse, decidieron que era hora de regresar a casa.
"Hoy fue una gran aventura, hermana," dijo Tomás mientras caminaban juntos.
"Sí, y aprendimos a cuidar de los demás, hasta de los patitos y pajaritos," agregó Naomi con una sonrisa.
Al llegar a casa, sus padres los recibieron con abrazos.
"¡Nos divertimos mucho!" dijeron al unísono.
"Pero también aprendimos que ayudar a otros nos hace sentir bien," dijo Naomi.
"Siempre es bueno ayudar y cuidar de los demás, como hicieron hoy," sonrió su madre.
Y así, Naomi y Tomás aprendieron que en la vida hay aventuras, pero también hay un hermoso compromiso con el cuidado de la naturaleza y sus habitantes. Desde ese día, cada vez que visitaban el bosque, se convirtió en un lugar donde no solo exploraban, sino donde también cuidaban de todo lo que allí vivía.
FIN.