La Aventura en el Bosque Encantado
En un pequeño pueblo llamado Villatierra, un grupo de amigos se juntaba todos los días después de la escuela. Eran cuatro: Lola, la más curiosa; Simón, el más atrevido; Vale, la más imaginativa y Nico, el más observador. Un día, mientras caminaban por el bosque que colindaba con su pueblo, escucharon un extraño sonido.
"¿Escucharon eso?" - preguntó Lola, deteniéndose en seco.
"Sí, ¿qué será?" - respondió Simón con una sonrisa de emoción.
"Quizás sea un tesoro escondido" - sugirió Vale, iluminando su mirada.
"Vamos a averiguarlo" - afirmó Nico, señalando con su dedo hacia la dirección del sonido.
Los cuatro amigos decidieron seguir ese sonido misterioso. Caminando por el sendero cubierto de hojas crujientes, comenzaron a hablar sobre las leyendas del bosque, siempre llenas de criaturas fantásticas y ancianos sabios.
De repente, llegaron a un claro donde encontraron un pequeño río cristalino. En el centro del río flotaba una piedra brillante que parecía emanar luz.
"¡Miren eso!" - exclamó Simón.
"¿Qué será?" - se preguntó Vale, flotando rápidamente en su imaginación.
"¡Vamos a ver de cerca!" - instó Lola, sin dudar.
Cuando llegaron al otro lado del río, se dieron cuenta de que la piedra estaba resguardada por una tortuga gigante.
"¡Hola, pequeños aventureros!" - dijo la tortuga con una voz profunda y amistosa.
"¡Hola!" - respondieron los chicos, un poco asustados pero intrigados.
"Soy Tula, la guardiana de esta piedra mágica. Solo aquellos que sean genuinos de corazón pueden tocarla".
Lola, Simón, Vale y Nico intercambiaron miradas. ¿Cómo demostrarían su pureza de corazón?"¡Hagámoslo juntos!" - dijo Vale.
Decidieron pensar en un deseo que beneficiara a todos en su pueblo. Después de un momento, Simón habló:
"Quiero un campo lleno de flores para que todos disfruten y se llenen de alegría".
"Y yo deseo un lugar donde podamos jugar sin preocupaciones" - añadió Nico.
"¡Yo quiero que nuestra amistad nunca se rompa!" - dijo Lola emocionada.
"Y yo quiero que todos puedan tener acceso a libros y cuentos" - concluyó Vale.
La tortuga sonrió y les hizo una seña para que se acercaran a la piedra. Juntos, la tocaron y un brillo deslumbrante llenó el aire. De repente, el bosque cobró vida: las flores comenzaron a brotar, el sol brilló más intensamente, y se sintieron felices.
"Recuerden siempre el valor de la amistad y los buenos deseos" - dijo Tula, mientras la piedra absorbía los deseos y empezó a transformarse en un hermoso bosque lleno de aventuras.
Contentos, los amigos regresaron a Villatierra, donde encontraron que el campo florecía y todos podían disfrutarlo. Aprendieron que la verdadera magia se encuentra en el compañerismo y en los sueños compartidos.
Desde ese día, el bosque encantado se convirtió en su lugar favorito, donde cada tarde jugaban y exploraban, recordando siempre que los mejores tesoros son aquellos que se comparten con los demás.
FIN.