La Aventura en el Bosque Mágico
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, vivían tres inseparables amigas: Vanessa, Teresa y Mari Ángel. Un día, después de terminar la escuela, Vanessa tuvo una idea brillante.
"¡Chicas! ¿Se animan a explorar el bosque? Dicen que hay un lugar secreto lleno de maravillas", propuso Vanessa con entusiasmo.
Teresa, que siempre fue un poco más temerosa, respondió:
"No sé, Vanessa. El bosque puede ser peligroso. ¿Y si nos perdemos?"
Mari Ángel, con su espíritu aventurero, intervino:
"¡Vamos, Teresa! Siempre hemos querido descubrir cosas nuevas. Además, si vamos juntas, no hay por qué preocuparnos."
Después de un rato de charla y promesas de cuidar unas de otras, Teresa aceptó y las tres amigas se prepararon para la aventura. Llenaron sus mochilas con botellas de agua, bocadillos y, por supuesto, una buena linterna.
Al llegar al bosque, el sol brillaba entre los árboles y los sonidos de la naturaleza llenaban el aire. Las hojas crujían bajo sus pies mientras caminaban emocionadas.
Mientras exploraban, encontraron un claro que parecía mágico. En el centro del claro había un gran árbol, con un tronco tan ancho que seis niños podrían abrazarlo. En sus ramas se colgaban cintas de colores.
"¡Miren esas cintas!", exclamó Mari Ángel. "¿Qué estarán haciendo ahí?"
Las chicas se acercaron y, al tocarlas, una luz brillante envolvió el claro. De repente, un grupo de pequeños seres, que parecían duendes, apareció alrededor de ellas.
"¡Bienvenidas, amigas!", gritaron los duendes con alegría. "Nosotros custodiamos este bosque. Si desean jugar, deben resolver un acertijo primero."
Las tres amigas se miraron con emoción.
"¡Sí, queremos jugar!", gritaron al unísono.
"Muy bien", dijo el duende líder. "Escuchen con atención: Soy ligero como una pluma, y aún así, no puedo ser sostenido. ¿Qué soy?"
Las chicas se pusieron a pensar. Vanessa, siempre rápida, dijo:
"¡Es el aliento!"
Los duendes aplaudieron entusiasmados.
"¡Correcto! Ahora, por haber resuelto el acertijo, pueden jugar con nosotros."
Las horas pasaron volando entre juegos y risas. Pero, de repente, comenzaron a escuchar un ruido raro. Al darse la vuelta, se dieron cuenta de que el cielo se oscurecía rápidamente y parecían llegar tempestades.
"¡Chicas, creo que debemos irnos!", dijo Teresa, con un tono preocupado.
"¡Sí! El bosque puede volverse peligroso", añadió Mari Ángel.
"No se preocupen, tengo una idea", intervino Vanessa. "Recuerden cómo llegamos. Sigamos el rastro de cintas que tocamos."
Siguiendo las cintas de colores, las chicas corrieron hacia la salida del bosque, mientras la lluvia comenzaba a caer. Al llegar al borde del bosque, el cielo comenzó a despejarse y un hermoso arcoíris apareció en el horizonte.
"Lo hicimos, chicas! Estamos a salvo!", gritó Mari Ángel, con una sonrisa.
"Sí, y tuvimos una aventura increíble!", añadió Teresa, aún con el corazón acelerado por la emoción.
Esa tarde, mientras regresaban a sus casas, supieron que esa aventura sería una historia que contarían por siempre. Además, habían aprendido a confiar en su amistad y a nunca dejar que el miedo se interpusiera en su voluntad de explorar.
Y así, las tres amigas se convertían en las exploradoras más valientes del pueblo, listas para su próxima gran aventura, juntas y siempre apoyándose mutuamente, porque lo mejor de cualquier viaje son las personas que lo comparten.
FIN.