La Aventura en el Campo
Era un soleado día de primavera cuando la maestra Ana anunció a sus alumnos de primer grado que irían de excursión al campo. Todos los chicos estaban emocionados.
- ¡Che, qué copado! - dijo Luca, moviendo su mochila.
- Sí, vamos a ver animales y plantas - añadió Sofía, con los ojos brillantes.
- Además, vamos a hacer un picnic - comentó Tomás, mientras se relamía.
La maestra Ana explicó que sería una gran oportunidad para aprender sobre la naturaleza.
- Recuerden, chicos, deben cuidar el entorno y no dejar basura. - dijo Ana, mientras los niños asentían entusiasmados.
Llegó el día esperado y subieron al micro escolar. Durante el recorrido, los niños cantaron y jugaron, mientras Ana les contaba sobre las diferentes plantas y animales que podrían encontrar.
- ¿Sabían que hay flores que solo crecen en esta temporada? - preguntó la maestra.
- ¡Como los girasoles! - exclamó Mica, levantando la mano.
- Exacto, Mica. ¡Son hermosos!
Después de un rato, al llegar al campo, todos saltaron del micro con alegría.
- ¡Miren cuántos árboles! - gritó Thiago.
Comenzaron a explorar, corriendo entre los árboles y observando a las mariposas que revoloteaban.
- ¡Yo vi una azul! - dijo Sofía entusiasmada.
- Eso es raro, las azules no suelen aparecer mucho. - comentó Ana, con una sonrisa.
Mientras recorrían, encontraron un pequeño arroyo. Allí comenzaron a ver peces saltar.
- ¡Miren, hay un montón! - exclamó Tomás, apuntando.
- Esto es increíble, maestra - añadió Luca.
La maestra los condujo a un claro donde se sentaron en círculo para hacer una actividad.
- Ahora, vamos a recolectar hojas y flores, y aprenderemos a diferenciarlas - sugirió Ana.
- ¡Sí! - gritaron todos.
Mientras recogían, notaron que un pequeño conejo asomaba su cabeza.
- ¡Miren, un conejito! - dijo Mica, señalando con emoción.
- Debemos ser quietos y no asustarlo - recomendó Ana.
Pero justo cuando todo parecía perfecto, un grupo de niños comenzó a gritar.
- ¡Hay un nido en el árbol! - dijeron, asustando al conejo que salió corriendo.
- Chicos, debemos recordar cuidar a los animales en su hábitat - explicó Ana.
- Pero, ¿por qué se asustan? - preguntó Thiago.
- Es su forma de protegerse. Los animales pueden sentirse amenazados, así que debemos ser más cuidadosos. - contestó la maestra.
De repente, comenzaron a escuchar un sonido raro.
- ¿Qué era eso? - preguntó Sofía, acercándose a Ana.
- No se preocupen, debe ser solo el viento en las hojas - dijo la maestra, aunque en el fondo sentía curiosidad.
Decidieron aventurarse hacia el sonido. Mientras caminaban, encontraron un pequeño árbol caído que formaba un puente.
- ¡Wow, hagamos equilibrio! - gritaron todos, saliendo corriendo hacia el árbol.
Cuando llegaron al otro lado, vieron que el sonido provenía de unas ramas al moverse.
- ¡Es un grupo de pájaros! - dijo Luca emocionado.
A medida que se acercaban, se dieron cuenta de que era un nido lleno de pajaritos.
- ¡Qué lindo! - dijo Mica.
- Vamos a observarlos sin molestar. - sugirió Ana.
Los chicos se quedaron en silencio, aprendieron a apreciar la vida de esos pájaros y cómo cuidaban a sus pequeños.
Después de un buen rato, decidieron regresar al claro para el picnic.
- ¡Qué hambre tengo! - dijo Sofía, recordando las tortas de su casa.
Comenzaron a sacar los sándwiches y las frutas, y todos compartieron.
- ¡Qué bueno es compartir - dijo Tomás, ofreciendo un sándwich a Ana.
- Pero solo si me das un pedazo de tu torta de chocolate - bromeó ella.
Los niños rieron, felices de la experiencia. Al terminar, recordaron la lección de cuidar el entorno.
- No olvidemos recoger toda la basura, chicos. - les recordó Ana.
- ¡Claro! - dijeron todos, mientras asumían la responsabilidad.
Justo antes de regresar, la maestra les dijo que era hora de una foto todos juntos.
Formaron un círculo, sonriendo y levantando las hojas que habían recolectado.
- ¡Listos para la foto! - dijo Ana.
- ¡Digan “naturaleza”! - gritaron todos.
La excursión terminó con grandes recuerdos y la promesa de cuidar lo que habían aprendido sobre la naturaleza.
- ¿Cuándo iremos de nuevo al campo? - preguntó Mica.
- Pronto, siempre hay más que descubrir. - respondió Ana, mientras todos regresaban al micro, llenos de historias para contar.
Así fue como la clase de primer grado aprendió la importancia de cuidar la naturaleza, alimentando su curiosidad y amor por el entorno.
FIN.