La Aventura en el Campo de Núria y Sus Amigos



Había una vez una niña llamada Núria que vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y hermosos árboles. Ella pasaba cada día explorando su entorno con su fiel amigo Conejo, un pequeño animalito de orejas largas y suaves patas. Juntos, formaban un equipo inolvidable, siempre listos para vivir nuevas aventuras.

Un día, mientras exploraban, se encontraron con un perro callejero que parecía estar perdido.

- “¡Hola, perrito! ¿Te perdiste? ” - preguntó Núria, agachándose para acariciarlo.

- “Sí, me separé de mi dueño mientras jugábamos en el parque”, respondió el perro con tristeza.

Núria miró a Conejo y le dijo:

- “¿Qué deberíamos hacer? ¡Debemos ayudarlo a encontrar a su dueño! ”

- “¡Sí! Pero no sé por dónde podría estar”, contestó Conejo, preocupado.

Con el espíritu de aventura encendido, Núria, Conejo y el perro, que se llamaba Max, se adentraron en el campo. Mientras caminaban, los árboles susurraban con el viento, como si les dieran ánimo.

De repente, se encontraron con una familia de aves que estaban construyendo un nido.

- “¡Qué bonito nido! ¿Pueden ayudarnos a encontrar un perro perdido? ” - preguntó Núria.

- “Claro, hace unos días vi a un chico con un perro parecido a este. Estaba cerca del arroyo”, dijo el pájaro líder.

Emocionados, nuestros amigos se dirigieron hacia el arroyo. Pero al llegar, se dieron cuenta de que el lugar estaba lleno de hábitos impredecibles: el agua burbujeaba, y algún pez saltó, causando un alboroto.

- “¡Oh no! ¿Y si no está aquí? ” - se lamentó Conejo.

- “No te preocupes, Conejo. Siempre podemos buscar en otro lugar”, lo tranquilizó Núria.

Entonces, se pusieron a jugar cerca del agua, haciendo ripples con las piedras. De repente, Max, el perro, comenzó a ladrar y corrió hacia un arbusto.

- “¿Qué pasa, Max? ” - preguntó Núria mientras lo seguía.

Cuando llegaron al arbusto, encontraron un pequeño bolso olvidado. Al abrirlo, descubrieron un collar con una placa que tenía un nombre y un número de teléfono.

- “¡Mirá! ¡Este collar tiene información! ¡Podemos llamar al dueño! ” - exclamó Conejo, emocionado.

Núria sacó su celular y rápidamente marcó el número.

- “¡Hola! ¿Es este el teléfono del dueño de Max? ” - preguntó Núria.

- “¡Sí! ¡Estoy tan preocupado! ¡Max se escapó! ” - respondió una voz emocionada al otro lado.

Núria le explicó lo que había pasado y acordaron un lugar de encuentro. Max movía la cola de felicidad al escuchar la voz de su dueño.

- “¡Vamos! ¡Debemos apurarnos! ” - dijo Núria mientras todos corrían juntos hacia el parque donde se encontrarían.

Al llegar, se encontraron con un niño llamado Lucas, que era el dueño de Max. Al ver a su perro, Lucas se arrodilló y lo abrazó fuertemente.

- “¡Max! ¡Te extrañé tanto! ” - lloró Lucas de felicidad.

- “¡Mirá lo que encontramos! ¡El collar de Max! ” - dijo Núria, entregándolo a Lucas.

- “¡No sé cómo agradecerles! ¡Ustedes son unos héroes! ” - Lucas sonrió, mostrando su gratitud mientras acariciaba a Max.

Los tres amigos, contentos de haber ayudado, vieron cómo el sol comenzaba a ponerse en el horizonte. Mientras las estrellas empezaban a asomarse, Núria miró a Conejo y a Max.

- “Hoy aprendí que siempre es bueno ayudar a los demás, ¡y que juntos podemos lograr lo que nos proponemos! ”

Conejo asintió con sus orejas largas mientras Max ladraba de felicidad, dejándolos saber que habían hecho un gran trabajo en equipo.

Al volver a casa, Núria sonrió, sabiendo que siempre habría nuevas aventuras esperándola, y que con amigos a su lado, podían enfrentar cualquier desafío.

Y así, Núria, Conejo, Max y los árboles del campo se convirtieron en cómplices de muchas más aventuras por venir, siempre aprendiendo y creciendo juntos en su mágico mundo.

FIN.

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