La Aventura en el Castillo del Dragón



Era una vez, en un reino muy lejano, un castillo que intrigaba a todos los niños. Decían que estaba embrujado y que en su interior habitaba un dragón diminuto llamado Rufi. Frente a este castillo, vivía una bruja joven y enamorada llamada Lila. Lila no era una bruja cualquiera; en vez de hacer hechizos para asustar a la gente, prefería hacer pociones para hacer sonreír a los demás.

Un día, mientras recogía hierbas en el bosque, Lila escuchó un grito aterrador proveniente del castillo.

—¡Ayuda! —gritaba una voz—. ¡Estoy atrapada!

Curiosa y preocupada, Lila corrió hacia el castillo y, para su sorpresa, encontró a una princesa divertida llamada Sofía, que estaba tratando de salir de un calabozo lleno de telarañas.

—¿Quién eres? —preguntó Sofía al ver a Lila.

—Soy Lila, la bruja que hace sonreír a la gente. ¿Por qué estás aquí? —preguntó intrigada.

—Me perdí mientras buscaba flores para un nuevo ramo —respondió Sofía, sonriendo—. ¡Y ahora estoy atrapada!

Lila decidió ayudar a Sofía. Con un toque de su varita, hizo desaparecer las telarañas y ambas comenzaron a explorar el castillo. De repente, escucharon un rugido. Era Rufi, el dragón diminuto, que se asomaba detrás de una puerta.

—¿Qué hacen en mi castillo? —preguntó Rufi, asustado. Su tamaño era pequeño, pero su voz era fuerte.

—¡No queremos hacerte daño! —dijo Sofía rápidamente—. Solo estamos buscando la salida.

—No, no, no. Este es mi castillo, y aquí no hay salida —respondió Rufi, pero su voz sonaba más triste que enojada.

—¿Por qué no hay salida? —preguntó Lila—.

—Estoy atrapado aquí siempre porque todos me tienen miedo —respondió Rufi, soltando un suspiro—. No quiero asustar a nadie, solo quiero tener amigos.

Sofía y Lila se miraron, y decidieron que podían ayudar a Rufi. Así que, usando la magia de Lila, comenzaron a organizar una fiesta mágica en el castillo para que todos del reino conocieran a Rufi y se dieran cuenta de que no era tan aterrador.

—¡Vamos a invitar a todos! —exclamó Sofía, emocionada.

Con un par de hechizos de Lila, las invitaciones volaron por todo el reino, y no pasó mucho tiempo antes de que el castillo estuviera lleno de risas y música. Todos los niños y adultos llegaron y, aunque al principio sintieron un poco de miedo, cuando vieron a Rufi, se dieron cuenta de que era solo un dragón pequeño y divertido.

—¡Hola, soy Rufi! —saludó, moviendo su cola—. ¡Me gusta bailar!

Los niños comenzaron a bailar con él, y pronto todos se dieron cuenta de que Rufi era más amistoso que aterrador. La fiesta fue un gran éxito, y Lila sonrió al ver cómo todos se unían.

—Esto es increíble —dijo Lila—. Nunca pensé que una bruja, una princesa y un dragón pudieran hacer algo tan bonito juntos.

Al final de la fiesta, Rufi estaba muy feliz. Era un nuevo amigo para todos, y había aprendido que no tenía que estar solo.

—Gracias, Lila y Sofía —dijo Rufi con lágrimas de felicidad en los ojos—. Ustedes me han demostrado que ser diferente no es malo, y que todos merecemos una oportunidad.

—Y nosotros aprendimos que a veces lo que parece terrorífico, en realidad, solo necesita un poco de amor y amistad para brillar —respondió Sofía.

Así, Rufi se convirtió en el dragón más querido del reino, Lila creció para ser la bruja más famosa por sus pociones de amistad, y Sofía se volvió conocida por su gran corazón. Y desde aquel día, el castillo que una vez fue temido, se convirtió en un lugar de alegría y diversión.

—¿Y ahora qué vamos a hacer? —preguntó Rufi mientras todos reían.

—¡Podemos hacer nuevas aventuras! —exclamó Sofía, y los tres se rieron, listos para continuar su amistad mágica.

FIN.

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