La aventura en el castillo mágico
Había una vez en un pequeño pueblo, dos valientes amigos llamados Tomás y Lucía, que decidieron adentrarse en el misterioso bosque que rodeaba el viejo castillo. La luna brillaba en lo alto del cielo, iluminando el sendero que los llevaba hacia lo desconocido.
Al internarse en el espeso bosque, escucharon extraños sonidos y vieron destellos de una luz mágica. Sin embargo, no se detuvieron y continuaron avanzando con determinación.
Al llegar al castillo, descubrieron que estaba habitado por un monstruo con aspecto aterrador. A pesar del miedo, Tomás y Lucía recordaron las enseñanzas de sus padres sobre la importancia de no juzgar por las apariencias. Decidieron acercarse al monstruo con valentía.
- ¡Hola, señor monstruo! ¿Cómo se llama? - preguntó Lucía con voz temblorosa.
- Soy Moustro... pero no soy malo, solo parezco asustador - respondió el monstruo con tristeza.
Los niños conversaron con Moustro y descubrieron que él en realidad ansiaba tener amigos, pero la gente huía de él por su aspecto. Juntos, idearon un plan para demostrar que Moustro no era peligroso.
Mientras tanto, una bruja malvada que habitaba el castillo, observaba con envidia la amistad que surgía entre Moustro y los niños. Decidió enfrentarlos con su magia oscura.
Con ingenio y valentía, Tomás y Lucía enfrentaron los desafíos que la bruja les presentaba, recordando siempre que la amistad y la colaboración eran sus mejores armas.
Finalmente, lograron vencer a la bruja y liberar al castillo de su malvado hechizo. Moustro, agradecido, les prometió proteger el bosque y el castillo, y desde ese día, los tres se convirtieron en los mejores amigos, demostrando que las apariencias engañan y que la verdadera valentía radica en el corazón.
Y así, Tomás y Lucía regresaron a su hogar con una gran lección de vida, sabiendo que la verdadera amistad no conoce límites ni apariencias.
FIN.