La Aventura en el Hospital



Era un día nublado cuando Sofía y Tatiana decidieron jugar al aire libre. Ambas, grandes amigas, reían y corrían en el parque, hasta que de repente, Sofía se detuvo y se abrazó el estómago.

"¡Ay, creo que me duele la panza!" - exclamó Sofía.

Tatiana, preocupada, se acercó y le preguntó:

"¿Qué te pasó?"

"No sé, tal vez me comí demasiados caramelos ayer..." - Sofía respondió, con una mueca de dolor.

Como amigas que eran, decidieron ir juntas al hospital, donde un doctor los atendería. Cuando llegaron, el lugar estaba lleno de personas, algunos jugando en la sala de espera, mientras otros estaban un poco preocupados.

"Mirá, Sofía, ese niño está leyendo un cuento. Quizás podemos distraernos un poco con eso mientras esperamos" - sugirió Tatiana.

Sofía sonrió levemente.

"Buena idea, Tatiana. Los cuentos siempre me hacen sentir mejor".

Ambas se acercaron al niño y le pidieron que les contara una historia. El niño contaba sobre un dragón que vivía en una montaña y protegía a una ciudad. Su relato era tan entretenido que Sofía casi se olvidó de su dolor.

"¿Y qué pasó después?" - preguntó Tatiana, ansiosa.

"El dragón ayudó a todos a encontrar un tesoro escondido" - contestó el niño mientras sus ojos brillaban de emoción.

Finalmente, llegó su turno y entraron a la consulta. Un médico amable las recibió:

"Hola, Sofía. Hola, Tatiana. ¿Qué les trae por aquí?"

"A Sofía le duele la panza, doctor" - dijo Tatiana rápidamente.

El médico sonrió y le hizo varias preguntas a Sofía, quien se concentró en cada una de ellas.

"¿Has comido algo que no te sentó bien?"

"Tal vez algunos caramelos y un montón de galletitas..." - Sofía murmuró, mientras el doctor hacía anotaciones.

"Es posible que tengas un pequeño dolor de estómago por eso. Necesitamos hacerte un chequeo rápido" - explicó el doctor.

Mientras Sofía se preparaba para el chequeo, Tatiana se quedó a su lado y le habló sobre su día en el parque:

"Cuando salgas de aquí, vamos a jugar a la pelota. Prometo no dejar que te caiga tantas veces como soy acostumbrada".

Sofía rió y se sintió más tranquila. El doctor terminó de revisarla y le dijo:

"Está todo bien, Sofía. Solo debes cuidarte y no comer tantos caramelos. No son buenos para tu pancita".

"¡Lo prometo! No más caramelos" - contestó Sofía, aliviada.

Sofía y Tatiana finalmente salieron del hospital. Era un día soleado, y mientras caminaban hacia el parque, hablaron sobre lo que habían aprendido.

"Sabes, Tatiana, creo que fui un poco desobediente con mis papás cuando me dijeron que no comiera tantos dulces" - Sofía reflexionó.

"A mí también me ocurrió. ¡Aprendimos la lección!" - dijo Tatiana emocionada.

Cuando llegaron al parque, estaban felices de volver a jugar, pero esta vez, sin abusar de los dulces. Jugaron a la pelota y rieron sin parar, recordando que cuidarse y escuchar a sus papás era importante.

El día terminó con Sofía y Tatiana hablando y riendo sobre sus aventuras, sintiéndose más fuertes y sabias. Así, se dieron cuenta que a veces, hasta los malestares pueden traer aprendizajes y muchas risas si estamos con las personas que queremos.

FIN.

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