La Aventura en el Hospital Abandonado



Una tarde soleada, dos amigos, Juan y Sofía, estaban jugando en el parque cerca de un viejo hospital abandonado. La curiosidad siempre les había ganado, y esa day, decidieron aventurarse para explorar el misterioso lugar.

"¿Te imaginas lo que podríamos encontrar allí?" - dijo Sofía, con brillo en los ojos.

"Sí, quizás tesoros escondidos o historias de fantasmas" - respondió Juan, riéndose.

Mientras se acercaban al hospital, oyeron un llanto tenue que provenía del interior. Miraron fascinados, pero también un poco asustados.

"¿Escuchaste eso?" - preguntó Sofía, levantando la vista.

"Sí, parece que hay alguien allí" - dijo Juan, con un tono de preocupación.

Decidieron entrar, sabiendo que debían ayudar a quienquiera que estuviera allí. Con valentía, cruzaron la puerta chirriante del hospital. El ambiente era oscuro y polvoriento, pero los amigos siguieron el sonido del llanto.

Mientras exploraban, encontraron muchas habitaciones llenas de cosas antiguas. Había camas cubiertas de polvo, sillas rotas y un montón de juguetes olvidados. Todo se veía desolador, pero la idea de encontrar a aquel niño los motivaba a seguir adelante.

"¡Mira, Juan!" - Sofía dio un salto de alegría al ver un osito de peluche en una esquina "¡Quizás le pertenece al niño!" - El osito, aunque deshilachado, tenía un aire entrañable.

"Sí, deberíamos llevárselo cuando lo encontremos" - respondió Juan entusiasmado.

Siguieron caminhando por largos pasillos y finalmente encontraron una puerta entreabierta. Al asomarse, vieron a un niño pequeño, de no más de seis años, sentado en el suelo, abrazando sus piernas. Su rostro estaba lleno de lágrimas.

"¡Hola!" - exclamó Sofía "¿te has perdido?"

"Sí... no sé cómo llegué aquí..." - dijo el niño, sollozando.

"No te preocupes, nosotros te ayudaremos a salir" - dijo Juan, tratando de sonar confiado, aunque él mismo sentía un poco de miedo.

Cuando el niño levantó la mirada, notaron que tenía un ojo azul y otro verde. Su nombre era Leo. Contó que había seguido un gato negro por el parque y que, sin darse cuenta, había entrado al hospital.

"¡Yo lo vi!"> - dijo Sofía "Este lugar es muy grande y puede ser un poco peligroso. Así que debemos volver juntos. ¡Y mira!" - le mostró el osito "Esto es para vos".

Leo sonrió, quitándose las lágrimas de la cara.

"Gracias, me gusta mucho. El nombre de este osito será 'Gato'".

Los tres comenzaron a caminar juntos, pero pronto se dieron cuenta de que el camino de regreso no era tan sencillo. Se perdieron en un laberinto de pasillos.

"¡Oh no!" - dijo Juan "¿Y si nunca encontramos la salida?"

"No podemos rendirnos. La única manera es seguir buscando" - dijo Sofía, llena de determinación.

De repente, Leo comenzó a reírse.

"¡Esperen! Tengo una idea. Si seguimos el sonido, podríamos encontrar la salida. ¡Como un juego de pistas!"

"¡Eso suena brillante!" - respondió Sofía.

Así que siguieron el sonido de sus pasos mientras exploraban distintos caminos. Cada vez que escuchaban un eco o una sombra, se reían y se animaban. Pronto se dieron cuenta de que cada habitación tenía algo interesante: viejos mapas, fotografías de personas felices y juegos de mesa cubiertos de polvo.

Finalmente, encontraron una ventana rota que daba a un jardín. Sofía gritó, "¡La salida!". Con un poco de esfuerzo, movieron un viejo mueble y salieron al exterior, donde el sol brillaba cálido.

"¡Lo logramos!" - exclamó Juan, aliviado.

"Y ahora podemos regresar al parque" - añadió Leo, abrazando fuerte al osito.

Los tres amigos, felices de haber formado un lazo especial, regresaron juntos al parque. Leo prometió que nunca volvería a seguir a un gato sin contarle a su madre, y cada vez que veía a un gato negro, se acordaba de su aventura.

"Chicos, estoy muy agradecido por su ayuda" - dijo Leo, todavía con su sonrisa.

"¡Siempre estaremos aquí para ayudar!" - dijeron Juan y Sofía al unísono.

Desde ese día, se volvieron inseparables, y tenían una nueva tradición: explorar, no solo lugares, sino también nuevas amistades. Así, Juan, Sofía y Leo vivieron muchas aventuras más, recordando siempre lo importante que es la amistad y la valentía de ayudar a otros, incluso en los lugares más inusuales.

FIN.

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