La Aventura en el Hospital Abandonado
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, circulaba la historia de un hospital abandonado que, según muchos, estaba embrujado. Se decía que dentro de sus paredes reposaban secretos olvidados y misterios por resolver. Dos amigos, Lucas y Sofía, siempre habían sentido curiosidad por el lugar. Una mañana, escucharon rumores de que una doctora endemoniada había robado a un niño y que el que se atreviera a entrar al hospital ganaría 20.000 dólares.
"¿Te imaginas? ¡Podríamos ser héroes!" - exclamó Lucas, con los ojos brillando de emoción.
"Pero, ¿y si es verdad? ¿Y si hay una doctora endemoniada?" - respondió Sofía, un poco asustada.
A pesar de sus miedos, los dos amigos decidieron que era hora de demostrar su valentía. Al atardecer, se armaron con linternas y decididos a descubrir la verdad, se acercaron al hospital. Las sombras parecían moverse y el sonido del viento aullaba como en una película de terror.
"¡Aguarda!" - gritó Sofía, cuando escuchó un ruido detrás de la puerta trasera del hospital. Era un gato negro, que se escapó de un camión viejo.
Con sus corazones latiendo rápido, entraron al hospital. Al principio, los pasillos estaban vacíos, llenos de polvo y telarañas.
"¿Ves? No hay nada raro aquí" - dijo Lucas, aunque en el fondo sentía un escalofrío recorriendo su espalda.
Pero cuando llegaron a una habitación que parecía ser el consultorio de la doctora, encontraron un viejo espejo. En él, pudieron ver la sombra de una figura detrás de ellos. Al volverse, se dieron cuenta de que era la doctora endemoniada. Tenía una sonrisa extraña y llevaba un abrigo de médico.
"¿Qué hacen aquí, pequeños?" - preguntó, con una voz que sonaba dulce pero inquietante.
"Venimos a salvar al niño que robaste" - dijo Lucas, aunque su voz temblaba un poco.
"¿Salvarlo?" - rió la doctora. "Él no necesita ser salvado, está a salvo aquí con mi ayuda. Necesito su risa para completar un mágico experimento".
Sofía, con valentía, se acercó a la doctora.
"Los niños no son experimentos, son tesoros. ¿Por qué no nos dejas ayudar?"
La doctora, sorprendida por la osadía de Sofía, la miró fijamente. Fue en ese momento que las luces parpadearon y una extraña corriente de energía llenó la habitación. Lucas y Sofía se dieron cuenta de que la doctora no era simplemente una villana; parecía estar atrapada en su propio mundo de soledad.
"¿Te gustaría jugar con nosotros?" - preguntó Lucas, tratando de cambiar el ambiente.
La doctora dudó, y por un instante, su rostro se iluminó con una chispa de alegría. "Jugar... ¿qué es eso?"
Sofía sonrió y dijo: "Ven, enséñanos lo que sabes y nosotros haremos que el niño ría otra vez".
Inesperadamente, la doctora aceptó. Juntos, comenzaron a jugar juegos de mesa y a contar historias. A medida que la risa del niño se escuchaba, la doctora se fue transformando; su risa se volvió más natural y su expuesta tristeza comenzó a desvanecerse.
"Me olvidé de lo que era la alegría" - admitió la doctora, con lágrimas en los ojos. "Quizás no deba estar aquí sola".
Los amigos se miraron, y aunque el tiempo pasaba, sabían que habían hecho algo grandioso. La doctora liberó al niño, que ya no se sentía asustado, y juntos salieron del hospital abandonado.
Al salir, un cartel con el nuevo nombre del hospital apareció: ‘Hospital de Risas’, un lugar donde todos los niños podrían ir a jugar y reír, y donde la doctora, ahora una amiga, ayudaría a mantener viva la alegría.
Lucas y Sofía no sólo ganaron los 20.000 dólares, sino que también se llevaron la mejor lección de su vida: la importancia de la amistad y cómo el amor puede transformar incluso los corazones más solitarios.
FIN.