La Aventura en el Jardín de Sueños



En la Sede Campestre Divino Niño, un grupo de estudiantes entusiastas se preparaba para un día muy especial. Habían estado esperando la llegada del programa PTAFI3.0, una nueva forma de aprendizaje que prometía combinarlos con la naturaleza y la exploración. La tutora, la Profesora Ana, los recibió con una gran sonrisa.

"¡Buenos días, chicos! Hoy comenzamos una aventura increíble. Vamos a convertir nuestro jardín en un Centro de Interés sobre la biodiversidad. ¿Están listos?" - dijo la profesora con entusiasmo.

"¡Sí!" - gritaron todos al unísono.

Los estudiantes, emocionados, comenzaron a explorar el jardín. Había mariposas, flores y hasta algunos pequeños animales. Mientras ellos investigaban, descubrieron que cada planta tenía una historia que contar y cada criatura un papel en el ecosistema.

"Miren esa flor amarilla. Se llama girasol. ¿Sabían que siempre sigue la luz del sol?" - comentó Lucía, mientras registraba sus descubrimientos en una libreta.

"¡Yo vi un ratón!" - exclamó Tomás, corriendo hacia un setito "¡Quiero dibujarlo!".

La profesora Ana los alentó a buscar más información, así que propuso un juego:

"Vamos a hacer un concurso. Cada uno de ustedes va a elegir un elemento del jardín y nos contarán algo interesante sobre él. El que más cosas aprenda, ¡ganará un premio!"

Los estudiantes comenzaron a investigar con fervor. Pero en medio de la aventura, descubrieron algo inesperado: una pequeña trampa en una esquina del jardín.

"¿Qué es esto?" - preguntó Sofía, acercándose con curiosidad.

"Es una trampa para animales. No debería estar aquí..." - respondió Juan, frunciendo el ceño.

La profesora Ana se unió a ellos:

"Tenés razón, Juan. Necesitamos asegurar que nuestro jardín siga siendo un espacio seguro. Esto no está bien, debemos actuar".

Entonces, los chicos se agruparon. Decidieron que no solo se trataría del concurso, sino que también tenían que educar a su comunidad sobre la importancia de cuidar el jardín y a los seres que habitan en él.

"Hagamos un cartel, así le decimos a todos que aquí no deben dejar trampas y que las criaturas son parte de nuestro entorno" - sugirió Lucía.

Pusieron manos a la obra. Mientas escribían y dibujaban, surgieron ideas divertidas:

"¡Podemos hacer un eco-cuento!" - dijo Juan. "Contaremos un cuento sobre un ratón que salva a su hogar de una trampa malvada".

Los días siguientes, los estudiantes trabajaron juntos, cada uno aportando su parte a la historia. Al finalizar, crearon un hermoso mural y contaron su eco-cuento en la escuela. La comunidad se unió a su causa, y muchos prometieron cuidar el jardín.

"Vimos que cuando unimos fuerzas, podemos lograr cosas increíbles" - Reflexionó la profesora Ana, orgullosa de sus estudiantes. "Siempre recuerden que juntos son más fuertes. Y lo más importante, aprendieron sobre la biodiversidad mientras cuidaban su entorno".

Los estudiantes no solo aprendieron sobre su jardín, sino que también realizaron la importancia del trabajo en equipo, el cuidado del medio ambiente y que la curiosidad era una herramienta poderosa. Al final del año, todos tenían en sus corazones la semillita de la conciencia ecológica que, esperaban, pudiera florecer en su comunidad.

Y así, la Sede Campestre Divino Niño se convirtió en un verdadero ejemplo de cuidado ambiental, todo gracias al esfuerzo y la creatividad de sus estudiantes. Desde entonces, siempre que pasaban cerca del jardín, sonreían sabiendo que habían hecho de su espacio un lugar más seguro y feliz.

FIN.

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