La Aventura en el Jardín Mágico



Sofía y su abuela, a quien cariñosamente llamaba "Abuela Chula", tenían un lazo muy especial. Cada miércoles, Sofía iba a visitar a su abuela, y juntas compartían dulces, risas y cuentos.

Una tarde, mientras estaban sentadas en el porche, la abuela le dijo a Sofía:

"¿Sabías que en mi jardín hay una flor muy rara? Se llama la Flor de los Deseos y tiene el poder de conceder un solo deseo a la persona que la encuentre."

Los ojos de Sofía se iluminaron al escuchar esto.

"¿En serio, Abuela? ¡Vamos a buscarla!"

"No es tan fácil, Sofía. Dicen que la flor sólo aparece en noches de luna llena y que debes resolver tres acertijos para encontrarla."

Sofía, emocionada ante el desafío, aceptó de inmediato. La abuela le contó que para la próxima luna llena debían prepararse, así que pasaron los días buscando pistas sobre cómo resolver los acertijos.

Finalmente, llegó la noche de la luna llena. Sofía y su abuela se sentaron en el jardín, rodeadas de la luz plateada de la luna. En ese momento, la abuela sacó un viejo libro que había pertenecido a su madre.

"Este libro tiene los acertijos que debemos resolver. Escuchá con atención."

El primer acertijo decía: “Soy algo que puedes romper, pero nunca puedes tocar. ¿Qué soy? ”

Sofía pensó un momento y exclamó:

"¡Es una promesa!"

La abuela sonrió y dijo:

"¡Correcto! Ahora, pasemos al siguiente. Dice: 'Cuanto más quitas, más grande se vuelve. ¿Qué es?'"

Sofía, concentrada, después de unos instantes, respondió:

"¡Es un agujero!"

La abuela movió la cabeza afirmativamente, llena de orgullo.

Finalmente, llegó el último acertijo: "No tengo vida, pero puedo morir. No tengo voz, pero puedo gritar. ¿Qué soy?"

Sofía se quedó pensativa. De repente, una idea le cruzó la mente:

"¡Es un fuego!"

La abuela gritó de alegría:

"¡Sí, lo lograste! Ahora, según dice aquí, la Flor de los Deseos debe aparecer en el centro del jardín. Vamos a mirar juntos."

Ambas se acercaron y, efectivamente, ahí estaba, brillando bajo la luz de la luna. Era una flor de colores vibrantes y su aroma era dulce y embriagador.

Sofía, llena de emoción y también un poco nerviosa, se acercó a la flor.

"Abuela, ¿qué deseo debo pedir?"

La abuela respondió:

"Ese es un deseo muy personal, Sofía. Pensalo bien. ¿Qué es lo que verdaderamente quieres?"

Sofía cerró los ojos y reflexionó.

"Quiero que todos los niños del barrio puedan jugar y sonreír como yo."

La abuela sonrió con ternura y dijo:

"Ese es un deseo hermoso, Sofía. Vamos a pedirlo juntas."

Al decir esto, una brisa suave recorrió el jardín y la flor brilló intensamente. Solo un instante después, todo volvió a la normalidad. La Flor de los Deseos había cumplido su misión.

Desde aquel día, Sofía y su abuela se dedicaron a organizar juegos y actividades en el barrio. Los niños de todas las casas pintadas comenzaron a unirse, riendo y jugando juntos.

Sofía miró a su abuela un día y le dijo:

"Creí que el deseo sólo me afectaría a mí, pero ahora todos están felices, ¡gracias a vos y a la flor!"

La abuela, con una sonrisa llena de cariño, respondió:

"A veces, los deseos más sencillos son los que traen más alegría a los corazones. Nunca dejes de desear cosas buenas, Sofía."

Y así, Sofía aprendió que la verdadera felicidad no solo viene de los deseos, sino de compartir momentos especiales con quienes amamos y cuidar de la comunidad. Fin.

FIN.

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