La Aventura en el Laboratorio de Computación



Era un día soleado en el Colegio San Pedro de Barquisimeto y los estudiantes estaban ansiosos por su primera clase de computación del año. María y Gabriel, dos amigos inseparables, estaban especialmente emocionados por aprender sobre las nuevas normas del laboratorio.

La profesora, la Srta. Rubén, los recibió con una gran sonrisa. "¡Bienvenidos al laboratorio de computación! Hay algunas normas que necesitamos seguir para que todos estemos seguros y podamos aprender juntos".

María miró a Gabriel y le susurró: "Espero que no sean muy aburridas". Gabriel asintió, pero estaba dispuesto a escuchar.

La Srta. Rubén comenzó a explicar. "Primero, deben recordar que las computadoras son herramientas valiosas. Por eso, tenemos que manejarlas con cuidado. ¡Nada de correr entre las mesas!"

"¡Entendido!" gritaron María y Gabriel al unísono, riendo, mientras trataban de contener la emoción.

La profesora continuó: "También es importantísimo no comer ni beber cerca de las computadoras, ya que son muy delicadas".

María hizo una mueca. "¿Eso incluye a las galletitas que truje?"

"Sí, y si no seguimos estas normas, podríamos perder privilegios en el laboratorio".

Gabriel frunció el ceño. "No quiero perderme la clase de programación. ¡Es mi favorito!"

Con cada norma que aprendían, María y Gabriel se dieron cuenta de que podría ser más que solo reglas. Se trataba de cuidar su espacio y a sus compañeros. Al finalizar la clase, la Srta. Rubén lanzó un desafío para ellos. "Si logran seguir todas las normas durante una semana, tendré una sorpresa para ustedes."

Los ojos de María y Gabriel brillaron. "¡Una sorpresa! ¿Qué será?" preguntó María.

"No lo puedo decir, es un secreto. Pero confíen en que será increíble".

Desde ese día, los amigos se tomaron en serio las normas. Cada vez que alguien dejaba un vaso cerca de las computadoras, ellos gritaban: "¡Recuerden las normas!" Y si alguien corría, ellos se lo decían con una sonrisa.

Un miércoles, mientras jugaban a hacer dibujos en un programa de arte digital, algo raro pasó. Gabriel notó que su computadora comenzó a hacer ruidos extraños. "¡Ay no! Creo que algo no está bien".

María se acercó y respondió: "No entres en pánico. Sigamos el protocolo. Primero, hay que avisarle a la Srta. Rubén".

Ambos se levantaron y con paso firme fueron a contarle a la professora. "Srta. Rubén, creemos que hay algo mal con la computadora de Gabriel".

La profesora fue a revisar la máquina. "No se preocupen, esto puede pasar. Lo importante es que siguieron la norma de comunicarlo".

Finalmente, llegó el viernes, y era hora de descubrir la sorpresa. "La sorpresa es..." comenzó la Srta. Rubén, haciendo una pausa dramática. "¡Un concurso de programación!"

Todos gritaron de emoción, y Gabriel y María se miraron con complicidad. "¡Esto sí que es genial! ¿Vas a participar?" le preguntó Gabriel a su amiga.

"Claro que sí, ¡y te ayudaré también!" dijo María entusiasmada.

Durante la semana siguiente, trabajando en sus proyectos, recordaron siempre las normas. Al final, su participación fue un gran éxito, aunque no ganaron el primer lugar, quedaron muy satisfacidos con su trabajo y aprendizaje.

La Srta. Rubén los elogiaba: "Lo más importante es que todos aprendieron a respetar el lugar y a trabajar en equipo. ¡Eso es lo que realmente vale!"

María y Gabriel sonrieron, sabiendo que, gracias a seguir las normas del laboratorio y trabajar juntos, no solo habían aprendido sobre computación, sino también sobre amistad, responsabilidad y el valor de cuidar su entorno.

Y así, en el Colegio San Pedro, María y Gabriel se convirtieron en los embajadores de las normas del laboratorio de computación, educando a otros sobre su importancia, ¡y siempre con una galletita en mano después de clase!

FIN.

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