La Aventura en el Mar de Belén y sus Amigas
Era un día caluroso de verano y Belén, una niña curiosa y risueña, estaba muy emocionada porque iba a pasar el día en la playa con sus amigas, Sofía y Lucia. Las tres se encontraban en la orilla del mar, mirando cómo las olas rompían suavemente en la arena.
"¡Miren esas olas!", dijo Belén, con los ojos brillantes. "¡Podemos hacer un castillo de arena gigante!"
"¡Sí! Pero primero, tenemos que recolectar conchas y piedras para decorarlo", propuso Sofía, entusiasmada.
Las tres comenzaron a buscar conchas coloridas, y mientras recolectaban, Belén encontró algo peculiar: una botella con un mensaje dentro.
"¡Chicas! ¡Miren esto!", gritó Belén, levantando la botella del agua.
Lucía se acercó con curiosidad.
"¿Qué tiene adentro?"
Belén abrió la botella y sacó el mensaje. Con emoción, comenzó a leerlo:
"Hola, aventureras. Si quieren vivir una gran aventura, síganme hasta la isla de los sueños. Encontrarán un tesoro escondido. ¡Buena suerte!"
Las amigas se miraron emocionadas.
"¿Te imaginas encontrar un tesoro en la isla de los sueños?", dijo Sofía, saltaban de alegría.
"¡Tenemos que ir!", exclamó Lucía.
Belén asintió, y juntas decidieron que debían construir un bote improvisado con los materiales de la playa. Con arena, algas y algunas ramas, armaron un pequeño barco.
"No sé si flote", dudó Sofía, pero la ilusión de la aventura era más fuerte que cualquier temor.
Luego de unos intentos, lograron que el bote flote, aunque un poco tambaleándose.
"¡A la isla de los sueños!", gritaron juntas, subiendo al bote que empujaron hacia las olas.
A medida que se alejaban de la playa, el viento aullaba en sus cabellos, y sentían que la libertad las envolvía. Pero de repente, una ola más grande que las demás golpeó su bote, haciendo que casi vuelquen.
"¡Agárrense fuerte!", gritó Lucía, mientras casi caía al agua.
"¡Estamos bien!", respondió Belén, con el corazón latiendo a mil por hora.
Tras un emocionante recorrido, finalmente llegaron a la isla. Al desembarcar, el lugar parecía mágico: había árboles frutales y flores de mil colores.
"Este lugar es increíble", susurró Sofía, mientras observaba un hermoso arcoíris en el cielo.
Decidieron explorar la isla y, tras un rato caminando y jugando, encontraron un mapa dibujado en una roca. Era un mapa del tesoro.
"¿Ven? ¡Aquí está la X!", exclamó Belén, señalando con el dedo alrededor de un gran árbol.
Las amigas comenzaron a cavar en la arena con sus manos, llenas de emoción. Finalmente, después de un rato de esfuerzo, tocaron algo duro. ¡Era un cofre antiguo!"¡Lo encontramos!", gritaron al unísono.
Con manos temblorosas, abrieron el cofre lleno de monedas brillantes, joyas y otros objetos maravillosos.
"Esto es increíble, pero... ¿qué hacemos con todo esto?", preguntó Sofía.
Belén miró a sus amigas y pensó un momento.
"Podemos llevar algunas cosas a casa, pero deberíamos dejar el resto para que otros exploradores lo encuentren. Así, la aventura sigue para otros niños como nosotras."
Lucía sonrió.
"Es una gran idea. Lo que hacemos hoy puede inspirar a otros".
Y así decidieron quedarse con un par de monedas, como un recuerdo del día, y luego enterraron el resto del tesoro nuevamente para que otros pudieran vivir la misma aventura.
Antes de regresar a casa, se sentaron bajo un árbol a disfrutar de un picnic que habían traído, riendo y hablando sobre su increíble día juntos.
"Este fue el mejor día de verano de todos", dijo Salti y, con los corazones llenos de alegría y amistad, pusieron rumbo de vuelta a casa, con la promesa de vivir muchas más aventuras juntas.
"¡La próxima vez, a la cueva de los secretos!", sugirió Lucía, mientras todas reían y planeaban su siguiente emocionante aventura.
FIN.