La Aventura en el País de los Bombones


Mamá Débora y su hijo Martín estaban muy emocionados por haber llegado al país de los bombones de todos los colores y gustos.

Era un lugar mágico donde las calles estaban pavimentadas con caramelos, las casas eran de chocolate y la gente caminaba comiendo dulces todo el tiempo. -¡Mira mamá! ¡Qué lindo es este lugar! -exclamó Martín mientras saltaba emocionado. -Sí, mi amor, es maravilloso -respondió Mamá Débora sonriendo-.

Pero recuerda que no podemos comer demasiados dulces porque no son buenos para nuestra salud. Martín hizo una mueca de decepción pero entendió lo que su mamá le decía. Decidieron salir a explorar el país y ver todo lo que había para descubrir.

Caminaron por las calles llenas de golosinas, se detuvieron en una fuente de chocolate donde podían tomar un sorbo y probar algunos malvaviscos cubiertos con chispas. Continuaron caminando hasta llegar a una tienda donde vendían chocolates rellenos con diferentes sabores.

-¿Podemos comprar algunos? -preguntó Martín ilusionado. -Podemos comprar uno cada uno como premio por portarnos bien -dijo Mamá Débora sonriendo mientras elegían sus favoritos. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente del centro del pueblo.

Se acercaron curiosamente para ver qué estaba pasando y descubrieron que la gran fábrica de bombones había tenido un problema técnico y se habían quedado sin energía eléctrica. Esto significaba que no podían seguir produciendo dulces y el pueblo se quedaría sin su fuente de ingresos principal.

Mamá Débora y Martín se ofrecieron inmediatamente para ayudar. Mamá Débora era ingeniera eléctrica y sabía cómo solucionar problemas de este tipo.

Martín, por su parte, tenía una gran imaginación y propuso varias ideas creativas para resolver el problema. Juntos trabajaron durante horas hasta que finalmente lograron arreglar la fábrica. La gente del pueblo estaba muy agradecida con ellos por haber salvado su economía. -¡Gracias por ayudarnos! -dijo el dueño de la fábrica-.

Como agradecimiento, les regalo una caja llena de bombones de todos los colores y gustos que puedan imaginar. Mamá Débora y Martín agradecieron el gesto pero decidieron compartir los bombones con toda la comunidad en lugar de quedarse con ellos para ellos mismos.

El país de los bombones aprendió una valiosa lección gracias a Mamá Débora y Martín: trabajar juntos puede solucionar cualquier problema incluso si involucra algo tan dulce como un chocolate.

Y así, Mamá Débora y Martín continuaron viajando por otros lugares mágicos mientras compartían sus conocimientos e inspiraban a otros a trabajar juntos.

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