La Aventura en el País de los Sueños



Era una vez, en un país lejano, durante tiempos de fuego y pólvora, dos niños llamados Juan y Camilo. Ambos habían sido abandonados por sus padres, quienes tuvieron que huir de la guerra. Los chicos se conocieron un día en un refugio improvisado, mientras buscaban un lugar seguro. Con una gran tristeza en sus corazones, decidieron unir fuerzas y enfrentarse a la vida juntos.

Un día, mientras exploraban una selva cercana buscando comida, Juan encontró un mapa viejo y desgastado.

"¡Mirá, Camilo!" - dijo Juan emocionado, señalando el mapa "¿Creés que esto nos llevará a un lugar mejor?"

"Tal vez, Juan. ¡Es worth a shot!" - respondió Camilo, siempre optimista "Podríamos encontrar algo que nos ayude a conseguir comida o refugio. ¡Vamos!"

Los dos amigos, decididos, comenzaron a seguir el mapa. A medida que avanzaban, pasaron por ríos cristalinos, montañas escarpadas y bosques espesos, todo mientras se cuidaban uno al otro. El mapa los llevó a un lugar mágico: un jardín lleno de frutas brillantes y flores de colores imposibles.

"¡Increíble! Nunca vi algo así en mi vida!" - exclamó Juan mientras se acercaba a una fruta dorada.

"Espera, Juan. Tal vez no deberíamos comer de lo que no conocemos" - aconsejó Camilo. Pasaron un rato observando el lugar y, tras unos minutos, decidieron que lo mejor era tomar algunas frutas, pero con cuidado. Se llenaron de valor, y juntos comenzaron a recoger las frutas, riendo y disfrutando de su pequeña aventura.

Mientras comían, se dio cuenta de que no solo habían encontrado comida, sino también una gran amistad inquebrantable. No había peor cosa que estar solo en un tiempo como ese.

Sin embargo, a medida que pasaban los días, comenzaron a notar que algo oscuro se acercaba. El cielo se cubrió de nubes grises, y el viento trajo un aire frío que puso nerviosos a los dos amigos.

"Juan, ¿sentís eso?" - dijo Camilo, preocupado.

"Sí, pero no podemos dejar que eso nos asuste. Somos fuertes juntos." - afirmó Juan.

Unos días más tarde, se desató una tormenta que obligó a los niños a refugiarse. Mientras buscaban un refugio, encontraron una cabaña abandonada. Dentro, había herramientas, mapas e incluso dibujos en las paredes.

"Esto debe haber pertenecido a alguien que vivió aquí antes de la guerra" - comentó Camilo mientras examinaba los dibujos. Showaban una vida llena de colores, risas y paz.

Decidieron quedarse en la cabaña durante la tormenta, y usaron las herramientas para hacer reparaciones. En su nueva casa, comenzaron a construir su propio espacio, lleno de alegría y esperanza.

"Cada día del que pase en este lugar, lo convertiremos en algo mejor" - dijo Juan, tomando un trozo de madera para hacer una mesa.

Los días se convirtieron en semanas, y los dos amigos trabajaron codo a codo para hacer de la cabaña un hogar. Con cada tarea que realizaban, se volvían más independientes. Con el tiempo, hicieron amigos entre los animales de la selva y aprendieron a cuidar de su nuevo espacio.

Un día, mientras estaban out explorando, encontraron un pequeño perro abandonado.

"¡Mirá, Juan! Está solito!" - dijo Camilo, acercándose a la criatura "¡Tenemos que ayudarlo!"

"Claro, será nuestro amigo. Lo llamaremos Buddy" - decidió Juan con una gran sonrisa.

Entonces, Juan, Camilo y Buddy se convirtieron en una familia. Aunque la guerra aún rugía afuera, en su rincón del mundo, habían creado un hogar lleno de amor, amistad y esperanza. Estaban convencidos de que eran más fuertes juntos.

Un día, mientras exploraban, hallaron un grupo de personas que habían sobrevivido a la tormenta. Eran como ellos, buscando un nuevo comienzo. Pero había un problema: la comida se estaba terminando.

"No podemos dejar que esto suceda. ¡Debemos ayudar!" - propuso Juan.

"Sí, juntos podemos encontrar más comida. Pero trabajaremos en equipo" - añadió Camilo entusiasta.

Los chicos organizaron a los nuevos amigos, y juntos exploraron la selva en busca de alimentos. Su valentía y compromiso inspiraron a todos, y pronto encontraron un área llena de frutas y vegetales, la misma que habían descubierto anteriormente.

Cuando regresaron con la comida, los rostros de todos se iluminaron.

"Esto es increíble!" - gritó uno de los niños. "¡Podemos compartir!"

Atravesando los momentos difíciles, Juan y Camilo habían convertido a un grupo de extraños en una familia. Cuando la guerra finalmente llegó a su fin, descubrieron que había un mundo mucho más amplio esperando por ellos, lleno de nuevas aventuras, amigos y más importantes aún: esperanza.

"Siempre estaremos juntos, ¿no?" - dijo Juan.

"Por supuesto, bro. ¡Siempre hacia adelante!" - respondió Camilo con una gran sonrisa. Juntos aprendieron que no importa lo oscura que sea la situación, siempre hay luz y amor esperando ser descubiertos. En los corazones de aquellos niños, había florecido una amistad que ni la guerra podría destruir.

FIN.

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